sábado, 20 de mayo de 2017

LA INDECENTE RUTINA DE LAS AGRESIONES AL PERSONAL PENITENCIARIO

Cuando las palabras, los gestos, las condenas, se reiteran en los medios, en las autopistas de las redes sociales, en los comentarios de lo cotidiano. Se gastan, quedan vacías, cascarones viejos recién nacidos que navegan hacia los mares del “nunca jamás”.

Las agresiones al personal penitenciario son de esas cosas que se pierden entre las rutinas de los titulares y el vacío de las condenas. Son hechos que sirven para rellenar un instante de algún becario periodístico o satisfacer el narcisismo de algún delegado sindical, pero que no trasciende más allá de la palabra vacía y hueca.

El personal de prisiones tiene por naturaleza una herencia de denostación o en el mejor de los casos de displicente indiferencia social. Es difícil, inclusos tras muchos años, borrar la ignominia del pasado, pero más difícil aun es que las gentes se miren en el espejo de las prisiones, porque ven qué sociedad han construido. Las prisiones son oscuros eclipses que tapamos con nuestro dedo para no ver nuestra propia alma, y como todas las cosas oscuras de “la familia” son del tipo de cosas de las que es de mal gusto hablar entre las gentes de “bien”.


Por eso las agresiones al personal penitenciario no pasan de ser algo natural en un muy natural mundo de sordidez y opacidad, del que mejor no hablar ni conocer, alcanza con citarlo, con etiquetarlo, pero que la luz no traspase  los muros y las concertinas.

Las prisiones españolas, no tienen nada que ver con la sordidez del pasado ni con los centros de vacaciones, que según al interés de cada quien se califican, nada que ver con espacios de ocio ni con “rambos” justicieros con su taser x26 en la cintura.  El sistema penitenciario español tiene profundas carencias, serias necesidades, pero sin lugar a dudas, es una institución madura y moderna, es un sistema garantista, controlado socialmente y que se puede calificar sin caer en la exageración como uno de los más avanzados y eficaces del mundo.

Por ello, que el personal penitenciario sea agredido cada día, física, psicológica y verbalmente ante la indiferencia de quienes gestionan la institución penitenciaria, no deja de ser una profunda anomalía que no encuentra justificación  en ninguna  causa primigenia de la naturaleza de la prisión.

Evolución anual e las agresiones en Instituciones Penitenciarias
((fuente: http://www.sae.fsc.ccoo.es/noticia:228978--CCOO_exige_al_Gobierno_soluciones_a_la_violencia_en_el_trabajo_en_la_Administracion_General_del_Estado#

Las causas de las agresiones al personal penitenciario son multifactoriales, siempre hay quien pretende pescar en río revuelto, y trata de señalar la que más conviene a sus intereses particulares. Pero lo cierto, está suficientemente evaluado, es que las causas son múltiples, todas estructurales con la gestión del modelo penitenciario. No cabe duda que contar con un 25% de patología mentales encerradas en una prisión es un factor, que la falta de expectativa vital en sus codenas para determinados presos es otra, que no haya personal es un factor desencadenante, que la perdida de libertad nos inadapta  y rebela a todos es otra.

Pero que en solo cinco años se hayan duplicado las agresiones físicas al personal penitenciario, cuando son las mismas leyes, los mismos mecanismos, eso sí menos plantilla, ello denota que las agresiones tienen un componente aglutinador de todas (y otras) de las causas citadas, y es que se han instalado como un riesgo laboral dentro de la actividad del personal penitenciario.

Y frente a un riesgo laboral, los gestores adalides de la indiferencia, tratan de sacar del punto de mira su propia responsabilidad y ponen el acento en la necesidad de incrementar los medios punitivos; en responsabilizar al personal agredido por su “falta de profesionalidad”. En definitiva en la indecencia de no asumir las responsabilidades propias y con igual indecencia transferirla a las víctimas.

Por eso el Gobierno ha aprobado un plan contra las agresiones en prisiones que no trata de atajar las agresiones al personal, solo como responsabilizarlo de que se le agreda, y como salvar la cara de esos gestores que miran a otra parte y de paso aprovechar para hacerle un rato de publicidad a un Gobierno que ha alzado los muros de las prisiones para que no entre la salud laboral y los derechos fundamentales para el personal penitenciario.

Porque de eso se trata en esencia el problema de las agresiones, de que el Gobierno y sus gestores centran todas sus energías en que la Salud Laboral, la prevención de Riesgos laborales, no entre realmente en las prisiones, que sea un epígrafe nominativo, pero que no tenga contenido de prevención alguno.

Evolución de las agresiones cada 100 internos 
(fuente: http://www.sae.fsc.ccoo.es/noticia:228978--CCOO_exige_al_Gobierno_soluciones_a_la_violencia_en_el_trabajo_en_la_Administracion_General_del_Estado#

Si hay prevención de riesgos laborales en las prisiones, como mandata la ley, española y europea, representaría que el personal penitenciario intervendrá en gestionar la protección de su vida y su salud, y eso es un reto que no puede asumir la estructura del ordeno y mando sobre la que se sostienen las relaciones laborales en Instituciones Penitenciarias.

Por todo eso, y algo más,  también es indecente apoyar a un Gobierno que prima la propaganda frente a la protección, que defiende a la incompetencia frente a los agredidos, es indecente  decirle al Parlamento que hay un plan contra las agresiones en prisiones cuando las agresiones e multiplican a diario. Definitivamente es una burla a la soberanía popular y al mandato emanado para que se protegiese al personal penitenciario

Tanto UGT, como CSIF apoyan al Gobierno y su plan de propaganda, deberían de explicarlo, hasta el momento solo han sacado soflamas para justificarse, promesas de lo que cambiaran más adelante, apoyan y firman para ver que pueden apoyar y firmar más adelante. Definitivamente no valoran mucho la inteligencia del personal de prisiones  cuando solo venden más promesas.

Es urgente explicar porque se renuncia a proteger al personal penitenciario por parte de los que dicen defenderlo, y es urgente explicarlo de un modo transparente, convincente y adulto, porque seguro que el personal penitenciario formado en un 70% por personas con formación universitaria seguro que les entenderían si sus argumentos se manifestasen desde la verdad y el respeto a las plantillas de los centros penitenciarios

La indecente rutina de las agresiones al personal en las prisiones, continuara, porque ni las soflamas, ni los panfletos, ni las justificaciones, ni la propaganda pueden tapar la indecente rutina de que se agreda al personal penitenciario todos los días con la complicidad e indiferencia de los de siempre.

La indecente rutina solo se romperá cuando los agredidos, los vilipendiados, los olvidados, den un paso al frente, muestren su rostro y digan basta, exijan su derecho a la integridad personal, su derecho a la salud laboral, su derecho a la prevención de riesgos.

Su derecho en definitiva a que también a ellos se les proteja con la Ley de Prevención, sin pretextos o coartadas de excepcionalidad no demostrada nunca en 21 años de existencia de la Ley.

Solo entonces, la indecencia de las agresiones dejara de ser la normalidad y el respeto a la Ley y a la prevención llenaran las palabras vacías de hoy hasta convertirlas en un grito de dignidad.