El Gobierno espasmódico, nihilista
e indolente entre los aciertos que se ha encontrado en su devenir está el de
haber sido capaz de hacer creer a sectores funcionariales del Ministerio del
Interior que compartían con ellos la necesidad de equipararles con los malvados
catalanes.
Estimularon la creación de espacios
antisindiclaes para dar recorrido al icono creado, entre esas fuerzas de
seguridad a las que les vienen negado el pan y el sal de los derechos, el mismo
gobierno que les deja sin chalecos, si salarios, que les deja vivir en
mugrientas casa o les impide sindicarse para defender sus derechos les dice que
está con ellos para acabar con los “privilegios” autonómicos.
Y no hay posible discusión que
existe una pléyade de fervientes que no solo creen el tramposo compromiso sino
que hacen de él palabra para la liturgia contra los espacios que han puesto límites
a la soberbia y arrogancia que ha campado por los ministerios y Gobiernos empleándose
a fondo contra los empleados de lo público.
Esta alienación de los parias del Ministerio
de Interior, en términos Aquinianos da paso al sonrojo y la chanza cuando por
las calles de Barcelona se les ve pasear cogidos de la mano los que quitan los
derechos con los que los pierden, y todo gritando al unísono que quieren derechos
y equiparación.
En prisiones, sin llegar tan lejos,
también existen sectores que necesitan sentirse alienados, que buscan
ansiosamente un espacio público para afirmarse en la necesidad de perder derechos,
para poder excomulgar a los demonios que no dominan, los demonios de la defensa
colectiva y lo sindical.
Probablemente por falta del esencial
(financiación) alimento nutricio de este tipo de movimientos, y tal vez también
por el indomable espíritu de lo individual existente en el colectivo penitenciario,
no dejan de ser un folclórico grupo en red que monitorizan cual papagayos las
creaciones de terceros.
La palabra equiparación ha saltado
al ruedo laboral hispano como espantajo con el que aventar los males con el que
sistema castiga a los sufridos asalariados, sean funcionarios u obreros de la
cadena de montaje.
La equiparación es una ornacilla
donde depositar las plegarias de los que no tienen el coraje de defender lo
suyo, es un canto para que el destino
provea mejoras a una vida que camina hacia lo abrupto, pero como todo icono no
tiene mayor valor que el del desahogo y
el llanto.
Defender la equiparación con “Cataluña”
en prisiones es defender el engaño con la ensoñación del personal penitenciario.
Inicialmente porque es un mero
instrumento de propaganda política de la lucha por el Gobierno entre la derecha,
entre Cs yPP. Nadie en su sano juicio puede esperar que los que defienden seguir
recortando, privatizando van a traer más derechos bajo la bandera de la
equiparación.
Pero pasando al terreno de lo práctico
la equiparación entraña una nueva estafa, con la promesa de posibles y
ulteriores ventajas económicas, se ratifican presentes e incontestables renuncia
de derechos, de jubilación, sociales, ectra.
La equiparación en prisiones además
de esa renuncia de derechos, como puede ser el retraso de la jubilación,
entraña dividirnos más aun como colectivos, pues ya inicialmente dejamos fuera
al personal de oficinas o al personal laboral, que probablemente complazca a quienes
tienen frustrada vocaciones policial, pero que como colectivo es una regresión
brutal que no deja sin contenido funcional ante la privatización, convertir las
prisiones en algo puramente de vigilancia, nos equipara, pero con la vigilancia
privada, por lo que el paso natural es evidente,.
La estrategia desarrollada por los
cuatro sindicatos representativos es la más inteligente, luchar porque tengamos
reconocimiento como servicio público esencial y se homogenicen las condiciones
salariales de las categorías con independencia de los centros.
Solo tiene un problema, se llama
CSIF, que además de ser el brazo tonto del Gobierno, trabaja hábilmente para
romper cualquier respuesta contra las políticas de recortes, impulsa todo lo
que sea romper la frágil unidad y promoverá la división sindical entre el
colectivo penitenciario sin ningún escrúpulo.
Los próximo días veremos esos
movimiento para entronar a mayor gloria de Montoro, ya lo hicieron con el
protocolo agresiones y lo repetirán