El personal penitenciario somos
un colectivo muy receptivo a las soflamas vacías, las consignas terapéuticas y
el postureo sindical, nos ahorran esfuerzo y compromisos reales, por ello no
debe de sorprender que la actividad sindical se centre más en la propaganda que
en el logro y defensa de mejores condiciones laborales.
Llevamos meses sumergidos en el
lodazal de la propaganda que acalla cualquier posibilidad de reivindicación sostenida
en la presión y la negociación seria. La política de notas, selfies, twits y demás
arte del quedarse quieto y que se parezca que todo se mueve, nos ha conducido a
la misma situación que llevamos padeciendo durante muchos años, el inmovilismo
y la degradación de las prisiones, que por otra parte seguro que a alguien favorecerá.
Todo esto lo tenemos interiorizado
cada una y uno de nosotros y lo normalizamos, a cambio de algún exabrupto a nuestro
compi delegado sindical (que por cierto es el menos responsable de lo que pasa)
y también rajamos endemoniados a los mismos sindicatos que pronto volveremos a
votar para que todo siga igual, es este teatrillo penitenciario que nos deja
cada día más pauperizadas.
Pero sin lugar a dudas lo que ha
sido de record en teoría manipulativa y postureo sindical es todo lo
relacionado con el hasta ahora sindicato del Gobierno al que acompaña a la oposición,
quedando en minoría en las mesas de negociación por su sectarismo y
confrontación con las otras organizaciones sindicales.
Coordinado con los responsables políticos
de las prisiones inician un “encierro” en la secretaria general, encierro que
su máximo responsable abandona para reunirse con las otras organizaciones sindicales
y decirles que o se unen a ellos o que seguirá la ruptura sindical.
Es un encierro donde fieles a los
principios de la propaganda nos inundan en redes con fotos de los sufridos que
son tras días y días de duro aislamiento. Lo que no dicen estas fotos es que entran
y salen cuando les da la gana, el resto de sindicalistas solo pueden hacerlo si
van a una reunión concreta. Tampoco dicen que unos se van y otros vienen. Lo
que nos lleva a como puede ser en un encierro esta situación, los encierros de
verdad, la gente se queda sin poder salir, y hacen todo en el lugar del
encierro hasta que los echan. Es decir, estamos en un enceramiento para mayor lustre
de los cesados dirigentes de prisiones, que en ante un encierro de verdad.
En su fidelidad de romper
cualquier posibilidad de avance de condiciones laborales, tienen una acreditada
tradición de hablar y perder mucho y no firmar nunca nada, utilizan el encierro
para “seducir” al nuevo responsable y que les firme un papel del sindicato (el
primer gestor de la historia que firma cosas en papeles de sindicato…) de qué
va a montar un grupo de trabajo para hablar de retribuciones. Es decir, proponen
lo mismo que se acordó ya en la mesa anterior, para seguir haciendo política de
partido, mareando la perdiz y que otro año más nos volvamos a quedar sin mejoras
laborales.
Y el otro acto escatológico con
el que nos han obsequiado es el de manosear hasta la apropiación de la demanda
del colectivo penitenciario de reconocimiento de condición de agente de
autoridad, propuesto por el PP y apoyado por PSOE y Cs para tratar de ocultar
que nos dejaron sin acabar con la brecha salarial, en otra votación contra el personal
penitenciario en el Senado.
El sindicato del partido condenado, se apropia
sin pudor y con descaro del trabajo realizado por otras organizaciones sindicales
durante años y se pone una medalla de oro y brillantes, también para ocultar su
traición al colectivo penitenciario, la firma del indecente protocolo contra
agresiones (PEAFA) que como no podía ser de otro modo protege a los mando y
responsables de la situación y criminaliza a las víctimas, las trabajadoras
penitenciarias, que son a las que nos parten la cara y nos persiguen con él
Ser un sindicato a las órdenes de
un partido tiene consecuencias, en este caso es la de hacer el ridículo,
proponiendo la apertura de negociaciones, de OEP, sintonizados con el partido y
olvidando que la semana pasada ellos mismos se negaron a atender esas
reivindicaciones cuando tenían el poder de hacerlo.
Es obvio que todo es
filibusterismo sindical buscando arañar votos en una campaña electoral que será
larga, sórdida y sobre todo estéril para los intereses de mejoras del colectivo
penitenciario que seguiremos perdiendo derechos laborales mientras seguimos
votando los mismo y a los mismos que nos engañan una y otra vez.
Pero ya se sabe, somos así, y nos
gusta. Todas y todos somos responsables