Han ido pasando los días y ya
nadie parece acordarse de la soflama firmada por Tamp, exigiendo una convocatoria de huelga a las organizaciones sindicales
representativas, la propuesta se ha diluido como azucarillo en agua, solo
ha estado viva para otra campaña de demonización de las organizaciones
sindicales presentes en la mesa de negociación.
Que se pueda jugar con tanta
alegría, como irresponsabilidad, con algo tan serio como es el derecho a la
huelga, es premonitorio para definir los mimbres que construyen el “nuevo sindicalismo” en prisiones y
evidencia la superficialidad y teatralidad de quienes han venido a cambiar todo
para no cambiar nada.
La huelga como derecho fundamental ha costado un tributo demasiado alto
para que sea manoseada por cuatro nihilistas enfundados en camisetas con
consignas para un negro futuro. La huelga es el instrumento más potente de los
trabajadores para defender sus intereses cuando se agotan todas las
herramientas para defender sus derechos, no es, en modo alguno, una coartada
para un panfleto propagandístico hueco de compromiso o decisión, y que una
organización utiliza para hacer marketing y tratar de engañar a los
trabajadores sobre sus verdaderas intenciones.
La naturaleza de la invocación a
la huelga que hacen en el panfletillo se desnuda por sí mismo para cualquiera
que no haya renunciado a pensar por sí mismo, como es posible que una
organización sindical pretenda imponer a otras lo que “deben de hacer” cuando
ella misma no tiene la menor intención de hacerlo. Una “exigencia-invitación”
de esas características solo es formalmente creíble cuando se realiza desde el
ejercicio de lo que se demanda, es decir solo si se hubiese convocado la huelga
se podría emplazar a las organizaciones representativas a sumarse.
Pero al final no han convocado nada, no parece que fueran
tan graves las necesidades de convocarla cuando son incapaces de hacerla,
porque no pretenderían pensar que la iban a convocar, porque ellos así lo
decidieran, quienes reciben sus insultos, mentiras y descalificaciones diariamente.
Sería demasiado pueril y cínico, incluso para ellos.
Este ejercicio de propaganda de
mercadillo demuestra también lo prescindible de los histrionismos en la defensa
de los intereses del colectivo penitenciario y la vez corrobora un hecho sustancial,
como es la incapacidad que tienen
acreditada de influir, negociar o cambiar la realidad laboral de quienes
enmiendan todo el camino recorrido hasta aquí para mejorar nuestras condiciones
laborales.
La intencionalidad de esta
escenografía parece que va por otro lado, evidentemente no tenían la menor
intención que convocar una huelga, y todo parece indicar que la buena
“sintonía” que tienen en la calle Alcalá ha propiciado que recibieran “sugerencias”
para intentar meter en un lío a los sindicatos representativos, con el cebo de una huelga extemporánea, irresponsable y
carente de objetivos e contenidos.
Todo ello con el único fin que,
de haberse convocado en el momento de mayor virulencia del covid19 y con el
país en una situación límite los sindicatos apareciesen con una pandilla de
aventureros sin escrúpulos y con ello poder justificar el vacío de las mesas de negociación, que detestan y parecen querer abolir en igual medida el Sr. Ortiz y ellos.
Lo lamentable de esta provocación
es que se juega con las justas expectativas de los funcionarios de prisiones, provoca frustración y rabia de que no puedan ser conseguidas por la pinza que
el mundo negro y los gestores penitenciarios hacen para debilitar las demandas
de los trabajadores en las mesas de negociación, único lugar donde las reivindicaciones pueden ser negociadas.
Objetivamente los intereses
confluyen, como ya se vio en la huelga, si convocada por los sindicatos
representativos, y donde hicieron de todo para debilitarla para que no saliese,
consiguiendo que la ventana de oportunidad se pasase y que hoy estemos en el olvido
y la marginalidad, todo ello por un
extremismo cómplice de los intereses de la Administración.
La “convocatoria” de la huelga de humo en prisiones, solo demuestra la
irrelevancia que tiene el “nuevo sindicalismo” para dar respuestas y promover
cambios de las condiciones laborales del personal penitenciario.
Su incapacidad para intervenir en solucionar los problemas reales, lo
que no se arreglan por poner un tuit, queda nuevamente acreditada, como ha
sucedido durante la grave situación que tenemos con el COVID, donde no han
gestionado ni una solución para proteger al personal, los retenes, la protección
del personal, los epis, la organización del trabajo y toda la batería de
medidas para proteger al personal penitenciario solo han sido promovidas por
los sindicatos en la mesa de negociación.