Hoy un sindicato de prisiones, ha convocado una manifestación nacional en Madrid, para exigir firme y solemnemente la equiparación con Cataluña, a la que posteriormente han sumado un genérico reclamo contra la “persecución en prisiones”, aprovechando las “siempre oportunas” actuaciones del Ministerio de Interior, que con su obsesivo desprecio al colectivo penitenciario y la utilización de técnicas nada acordes al ordenamiento jurídico, provoca una campaña mediática de desprestigio del trabajo honrado de miles de compañeros y compañeras, haciendo una daño a la Institución nunca visto en democracia.
La primera reflexión que sugieren las imágenes y lo
acontecido, es que la división no suma, que siempre resta, ha sido una
manifestación con una participación muy inferior a las dos anteriores convocadas
por las organizaciones sindicales con participación de todos. Lo que en unas
condiciones emocionales tan favorables demuestra que no por gritar más y más
alto se tiene más fuerza, y mucho menos más razón.
La segunda reflexión que debemos de abordar, es la de las
razones de la convocatoria, alguien que se autoproclama como el “nuevo
sindicalismo”, ha habido tantos antes que han dicho lo mismo, no debería al
colectivo, y si al menos ha encontrado razones para cambiar de opinión
explicarlas. Porque resulta incomprensible que hace muy pocos meses se apoyen
en la oposición para presentar una Ley con un “Estatuto para prisiones” y esa
homogenización del Estado de las autonomías que pretenden con la presunta
equiparación no aparezca por ningún lado en el texto. ¿no les parecería
importante para una Ley, la equiparación con Cataluña?
Salvo que realmente se tenga claro que no hay equiparación
“con Cataluña”, y que entiendan, además, que maldita falta que hace, porque lo
que se busque es dar protagonismo político a los partidos que dan cobertura a
este sindicato para que desgaste al Gobierno, un desgaste que no revierte en
ninguna mejora para el colectivo.
Callejear por Madrid para hacer un rato de propaganda en las
redes no cambia la decadente realidad laboral de prisiones, los convocantes no
han explicado cómo van a conseguir materializar esa demanda de equiparación,
que aventuraron seria próxima allá por el año 2018 cuando irrumpieron con la
consigna de un nuevo sindicalismo, que nada nuevo ha traído de momento. Porque
todas tenemos claro que no basta con pedir, hay que conseguir que los cambios
necesarios se materialicen en derechos y retribuciones, y no parece que las
fuerzas mostradas en Madrid, alcancen para ningún cambio, cuando con mucha más
fuerza nos derrotaron en la huelga y las movilizaciones del 18. Por lo que cabe
concluir que nada hemos avanzado como colectivo con esta movilización, muy
liquida, contradictoria y flexible con la realidad de las demandas, muy débil
para forzar ningún cambio de la actual situación. Es definitiva una
movilización para cohesionar a los convencidos y seguir hablando de “momentos
históricos” un año tras otro, en campaña electoral sin fin en beneficio de las
propias siglas.
En el otro extremo del tablero, nos encontramos con otra
declaración, también solemne, en varios actos desde su inicial anuncio, de la
lamentable situación laboral que atraviesa prisiones y la presentación de un
“conflicto colectivo” en Instituciones Penitenciarias
El conflicto colectivo está regulado dentro de la
jurisdicción de lo social, para supuestos muy concretos, tasados por el
Tribunal Supremo y el propio Tribunal Constitucional.
La aplicación del conflicto colectivo al personal
funcionario, no parece contemplarse jurídicamente, por lo que, si no se trata
de otro acto propagandístico, se deben de inferir a que declaran la
conflictividad con la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias.
Resultando extraño por tanto la apelación a la figura jurídica del conflicto
colectivo, para unos actos que solo precisan de la convocatoria de los mismos y
su manifestación en el tipo de movilización que acuerden quien convoque.
Por lo tanto, si pueden convocar cualquier tipo de
movilización, incluida la huelga, y no lo hacen, y que alambiquen un conflicto colectivo,
inaplicable a la mayoría del personal, podría tratarse de otro episodio de
propaganda, sobre todo si tenemos en cuenta que las amenazas de no negociar
nada con la SGIP, ya se han materializado en otras ocasiones, baja palabra de
no volver a sentarse sin subida retributiva, faltando a la palabra dada y
volviendo a sentarse sin un euro para las reivindicaciones.
Refuerza esta idea, el hecho de que, del escrito anunciador
del conflicto, se “olvidan las reivindicaciones generales y colectivas” si se satisfacen
cambios en los horarios y jornadas de trabajo. No parece ser esa la demanda del
colectivo, no parce que sea mejor dejar de tener una subida general a cambio de
hacer jornadas de trabajo más largas.
Finalmente, las anunciadas movilizaciones, solo pueden ser,
al igual que las reseñadas en primer lugar, un acto de postureo y justificación
dentro de una adelantada campaña electoral, pues quienes dicen que convocaran
las mismas, solo introducen una nueva división y mayor debilidad del colectivo.
Una de las mayores carencias existentes en el sindicalismo en
prisiones, es la de la transparencia, a través de una información veraz al
personal. Esa tendencia de considerar manipulable el pensamiento colectivo, es
el camino más corto para sembrar la división y la frustración.
Sería deseable, que se explique con todo lujo de detalles,
que se ha negociado en la Ley de Cuerpos, que texto se ha presentado a Función
Pública, y si ese texto tiene compromisos formales concretos respecto a las
demandas y su cumplimiento temporal. Y además hasta qué punto están dispuestos
los sindicatos a distanciar en el tiempo esos compromisos a cambio de la
satisfacción de alguna demanda menor y marginal para el colectivo, como puede
ser el cambio de horarios.
Lo que evidencia la situación actual, es la perdida de
perspectiva, la creación de una realidad paralela que justifique los dislates, permanente
cambio de criterio y vaivenes de los sindicalistas.
En primer lugar, dividiendo no somos más fuertes, eso lo
entiende todo el mundo menos nuestros sindicalistas
En segundo lugar, solo se conseguirán mejoras si hacemos que
“sean necesarias” su concesión por parte del Ministerio del Interior
En tercer lugar, hay que buscar puntos de encuentro comunes
que favorezcan la unidad, reivindicaciones, que probablemente no satisfagan a
nadie, pero que permitan avanzar al personal de prisiones
En cuarto lugar, trabajar para la unidad, implica como
primera necesidad, el respeto, no es posible la unidad con la permanente
campaña de acosos contra el sindicalismo, sindicalistas y afiliados.
Y finalmente para alcanzar el resto de puntos es necesario
acabar con los vetos cruzados entre organizaciones sindicales, las
organizaciones tienen que recuperar su autonomía, no pueden seguir marcando la
agenda sindical los partidos políticos de cabecera de las organizaciones
sindicales.
Los partidos tienen interés en que se mantenga el conflicto,
para mantener secuestradas nuestras reivindicaciones y utilizarlas
partidistamente para hacer oposición. Que nadie le quepa ninguna duda, lo que
sucede ahora con nuestras demandas, se repetiría con un cambio de Gobierno,
como ya ha sido anteriormente.
No hay ninguna duda, de seguir en el limbo de la propaganda y
el postureo, el primer sindicato de prisiones será, la
frustración, el desencanto y el olvido
A modo de conclusión, SIN UNIDAD TOTAL, SIN CONFRONTACIÓN
FIRME Y SOSTENIDA, todas las movilizaciones son actos electorales, de postureo
y propaganda que solo servirán para dividir más y alejar nuestras reivindicaciones.
El postureo y la propaganda es un fracaso total para las demandas del personal
penitenciario