Hay colectivos dentro del mundillo sindical penitenciario que fijan todas sus respuestas y expectativas, al declive de nuestras condiciones laborales, a poder cambiar las reglas del juego sindical, es decir afirman que si lográsemos tener un “ámbito propio” todos nuestros problemas se acabarían: no habría más agresiones, no faltaría personal en las prisiones, los directores dejarían de ser pequeños caciques en sus reinos de taifas, no nos rebajarían el sueldo, habría menos presos en los módulos, tendríamos unos cuidados de salud laboral exquisitos, y nuestros horarios se acortarían y serian mejores, por no hablar de una jubilación anticipada, por ejemplo a los 57. Para estos logros parece que la sectorización es una condición básica dentro de este discurso
Hay que reconocer que parece goloso, “lo nuestro para nosotros”, suena bien, es una consigna lograda, recuerda a otras precedentes, vamos algo así, como cuando se nos dijo lo del sindicato de vigilancia…bueno de funcionarios de prisiones…bueno de empleados penitenciarios…bueno sindicato confederal, bueno al final parece que “lo nuestro” suele ser bastante elástico y como si chicle se tratase acaba bastante manoseado. Pero es una idea que puede resultar atractiva, tanto que la segunda marca sindical de quienes promovieron esta idea, la hace suya en una campaña reciente y que yo sepa el “sindicato de prisiones” tampoco ha renunciado a ello
Más allá de “nosotros y lo nuestro” de las apelaciones a los instintos, ¿existe algún tipo de elaboración tras la consigna de la sectorización, algo que permita otear un horizonte menos malo para los funcionarios y funcionarias de prisiones?
Toda consigna tiene que ser pegadiza, maleable y que conecte con lo atávico e interior de a quién va dirigida, la sectorización, el sector, reúne esas características, son muchas las compañeras y compañeras que honestamente creen que las cosas nos irían mejor si nos cociéramos en nuestra propia salsa, pero que si le dedican dos minutos a la idea, se observa que no hay demasiada elaboración tras la consigna, se ignora el presente, desconocen el marco actual y su normativa, y no proyectan una propuesta para el futuro, no hay luz sobre qué tipo de sector se promueve. Todo parece más algo más de mercadotecnia que de programa sindical.
¿Estamos hablando de un sector que defina solamente la unidad electoral en el marco de prisiones? ¿O lo que se nos propone es tener un ámbito de negociación autónomo y especifico? ¿O hablamos de una regulación funcional, orgánica y normativa propia en el marco del EBEP?
En el caso del planteamiento de la unidad electoral propia, la única modificación posible sobre la situación actual, sería un cambio en las correlaciones de fuerza sindicales, pero con los mismos actores actuales que no saben encontrar respuesta a nuestros problemas. Diferentes pesos pero la misma incompetencia.
En el caso de que se busque un ámbito de negociación propio, éste ya existe, en la mesa delegada, que tiene toda la autonomía que permiten los presupuestos y que tampoco parece servir como instrumento para nuestros problemas, ni con el “sindicato de prisiones” dentro, ni con él fuera
Y finalmente la opción de un marco jurídico nuevo, parece que llega con retraso, a quien plantea eso se le ha escapado el tren, no estaba donde debiera de estar cuando eso se decidía, el EBEP ya esta promulgado y definido como ley orgánica y tras necesitar más de 25 años que saliera algo como esa ley, parece impensable considerar, como idea tan siquiera, que se procedería a una nueva modificación parlamentaria de algo recientemente aprobado y que contaría con la oposición de los sindicatos mayoritarios.
Si al final las opciones son reducidas y meramente instrumentales, parece que no van más allá de satisfacer, legítimos, pero meros intereses corporativos de grupos sindicales. Entonces ¿Sirve el sector para el personal de prisiones?
Qué duda cabe que el hecho de que se planteé ese escenario y el propio debate pone con un cierto peso mediático al colectivo y puede hacer visualizar mejor sus necesidades.
Pero hay que ser muy ingenuo para pensar que cuanto más local y más pequeño mejor se pueden gestionar nuestras reivindicaciones, la realidad impone que eso no sucede así en la dialéctica social, política y sindical. En lo local solo se da la atomización, crece la mediocridad y se aleja a la gente de la toma real de decisiones.
El mundo actual enfrentado a la globalización económica, y donde la política ha perdido peso en la toma de decisiones y la democracia se debilita, parece que esta opción de menguar traería bastantes problemas.
Asistimos cada día a como políticos de los que no suben impuestos (para que haya menos Estado), quitan recursos a la protección de los socialmente más débiles, despiden personal público y recortan sus retribuciones. También tenemos los políticos del progreso y la modernidad que facilitan el despido libre, incumplen los acuerdos, mortifican pensionistas y desmontan estados de bienestar y también acosan y recortan al funcionariado.
Pero ni unos ni otros gobiernan, solo son los voceros que nos “comunican” y ejecutan las ordenes que reciben, no las de sus votantes o programas electorales, sino las de los llamados mercados y entes supranacionales del capital financiero internacional como el FMI, que les dicen cuantos funcionarios sobran, cuanto debemos cobrar y si las prisiones pueden ser públicas o privadas si dan beneficios, entre otras muchas cosas.
Pensar en ser más pequeños y más débiles para hacer frente a fuerzas cada día más poderosas, o es intencional y entonces cuando menos hablamos de mala fe y de manipulación del colectivo, o es ignorancia y estaríamos ante el suicidio o la temeridad, ó pudiera ser simplemente catetismo aldeano que prefiere ser cabeza de lombriz antes que cabeza de león.
Todo lo que sea fraccionar, el sector fracciona, divide y resta, nos debilita, y hará que el túnel sea más largo, más oscuro y salgamos de él con menos derechos, mas carga de trabajo y más años en los talegos