Han pasado los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y la dialéctica parlamentaria de mayorías y minorías ha dictado su ley, que no es otra que la razón de ser de la democracia. Más allá de esta cuestión tan básica como esencial, este debate parlamentario ha servido para percibir que el ruido es la única opción en determinados sectores del sindicalismo en prisiones.
Sectores sindicales, que al igual
que otros, han intentado a través de grupos parlamentarios afines, introducir
modificaciones presupuestarias mediante enmiendas, lo cual es totalmente
legítimo y saludable.
Lo que sorprende es que la
expresión de la soberanía popular haya desatado un torrente de insultos,
descalificaciones, acoso, amenazas contra aquellos representantes del pueblo
que no apoyaron sus propuestas y de paso, además, contra los sindicatos
representativos en Instituciones Penitenciarias y contra sus miembros
personalmente, lo que denota inicialmente, una concepción de la democracia
bastante contraria a la naturaleza de la misma.
Pero más allá del poco respeto democrático que representa esta actitud, el ruido no puede hacernos creer, y equivocarnos, que estas acciones son fruto de la rabia, la impotencia o la frustración y por lo tanto un acto descontrolado en un momento de ofuscación, que no sería justificable, aunque si entendible. A poquito que reflexionemos sobre el contexto y la forma de tanto ruido, podremos comprender que es parte de la estrategia, y en modo alguno algo casual o espontaneo.
Las enmiendas se presentan por un
partido de oposición que ha manifestado abiertamente que votaran en contra de
los PGE, y cuentan con el apoyo de otros partidos de oposición que igualmente
han manifestado su frontal oposición a poyar los PGE impulsados desde el
Gobierno de la nación. Es decir, los promotores sindicales de estas enmiendas,
las promueven, sin que estén sustentadas en ningún ámbito de negociación
totalmente al margen de la negociación colectiva, por partidos que
legítimamente utilizan el debate de PGE para hacer oposición y por lo tanto
desgastar al Gobierno. No cabe concebir que quien está oponiéndose a los PGE
incluya una enmienda dentro de los mismos a sabiendas de que va votar en contra
de los mismos, pensar eso más que ciencia ficción seria cinismo.
Es decir, presentan unas
enmiendas con toda la intencionalidad de que no salgan, sus enmiendas son para
hacer propaganda a coste cero y tratar de pasar la responsabilidad de su
inacción a terceros.
No es ninguna novedad, lo llevan
haciendo desde su inicio, alborotan, hacen ruido, dividen para simplemente
hacer propaganda, porque la naturaleza de su fin no es la de mejorar las
condiciones laborales del personal penitenciario, es simplemente expulsar a los
otros sindicatos de las prisiones para imponer su sindicato único.
Por eso gritan, acosan, mienten,
amenazan, insultan y tratan de imponer su pensamiento único a todo el que no
piense y actúe como ellos. Es la estrategia del extremismo y la radicalidad, su
ruido tiene el mismo valor que sus enmiendas “low cost” para no salir, hacer
propaganda, ahogar el pensamiento y la capacidad de decisión del personal
penitenciario
Lo han hecho cuando decían que la
PNL eran el cambio de la historia para prisiones, sabiendo que no tenían ningún
valor ejecutivo y además no contaban con los apoyos necesarios.
Lo hicieron cuando se convocó una
huelga para reivindicar las mejoras y trabajaron para que no saliera, con su
griterío extremista, pidiendo, mas, más y más, mientras se quitaban de en
medio.
Lo han hecho con su presentación
de un presunto “estatuto” que es la santificación de recortes a derechos que la
ley reconoce hoy al personal y a los que están dispuestos a renunciar para
conseguir sus objetivos personales
Lo reiteraron cuando plantearon
una huelga falsa, que ni querían convocar ni iban a secundar
Toda su actuación se reduce a la
pura propagada, construida sobre el insulto y el odio, buscando la división y
el enfrentamiento, creando una realidad paralela en la que alimentar más
extremismo, más radicalidad más extremismo, más ruido.
Sobre la propaganda y el odio,
nunca se podrán construir mejoras para el personal penitenciario, para todo el
personal penitenciario, no para los que ellos expiden el carné de
penitenciario, excluyendo al resto, a los miles de trabajadores y trabajadores
que hacen las prisiones un servicio público esencial.
La obscenidad y la indecencia de
presentar al personal penitenciario como los parias, no solo dice bastante del
país que no conocen, sino es un histrionismo que hace daño a las justas
reivindicaciones del personal penitenciario y nos presenta ante la opinión
pública como gentes insolidarias, narcisistas y egoístas que nada tienen que
ver con el compromiso social que representan la mayoría trabajadoras y
trabajadores penitenciarios.
Las reivindicaciones del personal
son justas porque representan un compromiso con un servicio público esencial, y
que tiene un mandato definido para trabajar en la reinserción. Invertir en
reinserción, es invertir en cohesión social, en avance democrático y en
justicia.
Solo se puede invertir en
reinserción fortaleciendo la alta profesionalidad del personal penitenciario,
mediante la dignificación profesional y retributiva, está acreditado que cada
euro invertido en reinserción devuelve diez. Y la garantía de la reinserción es
el personal penitenciario a la sociedad.
La estrategia de la radicalidad y
el extremismo no solamente va en contra de la Institución y del servicio
público, va en contra de las reivindicaciones y de las mejoras laborales, porque
tanto ruido, dinamita y hace tierra quemada de la base necesaria para avanzar,
el dialogo social y los consensos.
Con total certeza que hay
espacios políticos, que hoy dan soporte a esta estrategia para desgastar al
Gobierno, pero que cuando se instalen en las políticas de Estado en materia
penitenciaria y sean alternativa de Gobierno tendrán a necesidad de cortar
amarras, con un conglomerado que tanto retroceso quiere traer al sistema
penitenciaria español y a sus relaciones laborales.
En la defensa de la
institucionalidad y de las políticas de Estado, así como de las necesarias
relaciones laborales de consensos debe de formar parte proactiva los
responsables de Instituciones Penitenciarias y del propio Ministerio,
abandonando cualquier ambigüedad pasada y apostando con hechos tangibles en un
reconocimiento profesional y retributivo con un personal que ha tenido desde la
transición hasta hoy una compromiso y conducta ejemplar en la modernización y
proyección del trabajo de las prisiones como sistema de referencia
internacional.
Definitivamente sobre la
estrategia del odio y la mentira no se puede construir ningún futuro para el
personal penitenciario, quienes depositen su destino en la estrategia de emponzoñar,
dividir y enfrentar solo están caminando hacia el pasado, y ni la propaganda ni
el pasado paga las nóminas en prisiones
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