Un mito (del griego μῦθος, mythos, «relato», «cuento») es un relato tradicional que refiere acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes o monstruos.
En el caso que nos ocupa, nuestros héroes, vienen encarnados en las figuras dúctiles de nuestros sindicatos de prisiones que emergen desde la oscuridad de nuestra ignorancia para erigirse en una fuente de significados y aprendizajes capaces de guiar la vida de los colectivos y los diversos individuos que constituimos el magma laboral en las prisiones españolas.
Primero fueron los de CCOO erigidos en demiurgos impulsores del nuevo sueño, y efectivamente se aplicaron con la intensidad y tesón de quienes buscan su sitio en el difícil mundo sindical de prisiones, demandando de todos que les firmáramos una solicitud en el sentido de promover nuestro pase al nuevo grupo del Estatuto Básico. Dicen que presentaron más de 7.000 firmas de esas a Función Pública (sólo 7.000, menos del 50% del colectivo afectado, espero que sea porque no llegaron a más y no porque no estén de acuerdo el otro 50%) y también dicen que hay buena disposición, de nuestra natural indispuesta Administración, a incorporar el teme en el horizonte del Estatuto de la AGE (si ese, el que ya debería de estar en vigor)
Después, ya cercanas las elecciones sindicales, la naturaleza camaleónica de los de Acaip, perdón USO-Acaip, vieron una veta electoral digna de sus piruetas sindicales y arrebató la bandera del “B” al rojerío irredento y sin tiempo ni para cambiar su color la llevo a la primera plana de sus panfletos peticionarios de votos y fidelidades eternas. Y tanto a iniciados como profanos nos han deleitado con su música electoral recordándonos que ya “teníamos” el “B” que ellos lo tenían negociado (pero no plañían que los habían echado de negociar, ¿Dónde negociaron?, por la certeza de su afirmación, no hay duda que en alguna tasca).
Como el mercado no puede quedarse así, con tan mermada competencia para tan gran sueño, rápidamente los de UGT y la irreductible verbalización de CSIF, también se sumaron al coro, por si acaso supongo. Y en esas nos vemos envueltos en unas movilizaciones virtuales y de papel (cuanto papel devoramos en prisiones, ¿porque odiamos a los árboles?) dirigidas por una anoréxica plataforma sindical que dirige, bueno realmente lanzan, en verdad casi arrojan, consignas en sordina, una respuesta sindical a la que el pueblo penitenciario hacemos como que las escuchamos entre cafelito y cafelito.
Las elecciones van pasando, todos ganan, nosotros también, algún bolígrafo he pillado, y una se entera que lo del “b” ya no es tan urgente, ni esta tan negociado, ni nada de nada. En la última reunión de la plataforma sindical con la Administración, (17.03.2011) ningún sindicato recordó lo del “b”, cuanta tristeza nos embarga a los que firmamos el manifiesto de los 7.000, yo di entusiásticamente mi el voto a quienes con la habilidad del Lazarillo negociaron en “tascas patibularias” que tuviéramos entrada en el grupo B (casi suena a un fin místico, como entrar en el cielo si somos buenos y seguimos sus liturgias – yo las seguí, lo prometo-)
Los mayoritarios-que no mayores-, ante mi escepticismo preguntón me dicen que tenga fe, que “ya está casi hecho” que un poco más y veré la luz, pero luego me entero por otros (que son socios de plataforma pero no les hablan) que el máximo jefe haciendo gala del pragmatismo del sálvese quien pueda, ya tiene previsto mudar la piel del “b” y del mismo modo que decían que los cursos eran malos si ellos no los daban y se convirtieron en buenos cuando los dan, no explicara que en cuanto "esto cambie", ya esta, el “b” es nuestro. Ya me veo en las próximas elecciones votándoles porque me tendrán el “b” listo.
De este modo, en el mágico y onírico mundo sindical de prisiones, volvemos a ser presentes y testigos de una transmutación más, lo que era el mito de un sueño, de un objetivo por el que luchar, el que se reconociese nuestra especialización profesional polifacética, con nuestra inclusión en un grupo creado para reconocer esa superior preparación laboral, se ha quedado en un cuento, otro nuevo cuento chino (¿que nos habrán hecho los chinos para que les endosemos todos nuestros marrones?).
A pesar de todo yo estoy contenta, mi boli aún escribe, y el (los) cafelito hoy han salido impresionantes, con toda su cremita.
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