Hace un siglo, Italia estaba
sumida en una profunda crisis política, económica y social, fruto entre otras
causas, de las consecuencias de la primera guerra mundial, de las tensiones
coloniales y de las contradicciones generadas dentro de las capas trabajadoras
muy conservadoras y la creciente fuerza del sindicalismo de clase.
Frente a este estado de cosas, en
un estado general de frustración generalizada y con un profundo resentimiento nacionalista
se organizan las camisas negras, en torno a la expresión de la exaltación de la
irracionalidad en la conducta y los sentimientos, llenos de intolerancia y
ciego fanatismo.
El resultado es conocido, la
crisis se agravó, la frustración aumentó y la derrota recorrió Italia,
llenándola de cientos de miles de muertos y destrucción tras pasar por una
férrea dictadura. El atajo a la historia se convirtió en un cementerio.
La situación actual es diferente
obviamente, sobre todo porque los siglos no pasan en balde, aunque a veces la
historia se repite, aunque sea ya como farsa y por ello no podemos obviar que hay elementos recurrentes de crisis anteriores
en la situación actual, la desigualdad aumenta en su expresión más brutal a
lomos del neoliberalismo global, las guerras de religión son la coartada que
sustituye a las guerras coloniales, el contrato social que cohesiono Europa
está roto diluyendo en un ácido de realidad el mito de la clase media, la
acracia neoliberal se rebela contra el establishment del que forma parte.
Y frente a la toda la frustración,
desigualdad social, la receta siempre es la misma para los que se empecinan en
repetir como farsa la Historia: autoritarismo y fuerza, con el aglutinante del
individualismo global contra los ”otros”, representado en la formula
identitaria del clan.
El campo de lo sindical no es
ajeno a esta profunda crisis y transformación que se viene produciendo, el
mundo de las grandes fábricas y de la
industria básica ha muerto, la fragmentación laboral es total con claras
situaciones de antagonismo entre trabajadores, la precariedad es un estado de
normalidad y un modelo de relaciones laborales, el trabajo no es ya una
herramienta para no ser pobre, el futuro es hoy y las nuevas generaciones no
tienen un horizonte de seguridad, la revolución digital prescindirá de millones
de personas sin alternativa personal ni laboral.
Todo ello conlleva
inevitablemente a que la dialéctica de las organizaciones sindicales no este
ajustada a esa nueva realidad laboral y social, porque ahora el discurso desde
lo racional y lo objetivo no tiene la potencia necesaria para satisfacer las
expectativas generadas de lo inmediato por las “necesidades” del idealismo y lo
emocional que priman actualmente en el hegemónico individualismo laboral del
sálvese quien pueda.
Obviamente el mundo laboral de
las prisiones no puede ser ajeno a la realidad que le rodea, es más, aunque
pueda parecer paradójico, por el factor de seguridad laboral intrínseco al
mismo, probablemente sea más sensible que otros a estos nuevos fenómenos, por
el componente sociológico que determina el trabajo en una organización laboral
cerrada con una escala de valores propios y donde el miedo a la inseguridad
“vital” adquiera una relevancia no fácilmente entendible desde una perspectiva
externa, donde elementos como el reconocimiento social, la identidad de grupo, la
renovación generacional, y la generación de expectativas endógenas, conforman
factores que dimensionan nuevas necesidades a las que dar respuesta desde la
objetividad y la racionalidad del mundo sindical es complejo.
El mundo penitenciario ha tenido
profundos cambios en las últimas décadas en España, los avances son
incuestionables, tanto es así que han situado al sistema público de prisiones
español entre los más destacados en materia de derechos humanos, reinserción, o
infraestructuras.
Pero, no menos cierto es que los
avances en el mundo laboral del personal penitenciario no han ido al mismo
ritmo, como demuestra, por ejemplo, la política del último plan de amortización
donde se generan fuertes inversiones en modernizar infraestructuras, pero no se
generan recursos para dotarlas de personal.
El personal penitenciario evidencia una serie de necesidades objetivas que no están siendo atendidas en un
dilatado tiempo, como pueden ser, retribuciones vinculadas a su eficiencia y
función social, protección efectiva frente a los riesgos para la salud, con
especial atención al grave problema de las agresiones, las necesidades
formativas ante las nuevas exigencias que el cumplimiento penal demanda, la
posibilidad real de la carrera administrativa, tanto horizontal como vertical,
o los mismos concursos de traslados hipotecados
por una agónica carencia de personal, con más de 3.500 plazas sin
cubrir.
Frente a toda esta problemática, cierto
que, con desigual intensidad, y diferente responsabilidad el sindicalismo
institucional o representativo en prisiones no ha sido capaz de obtener
resultados que abordasen esas necesidades en favor del personal penitenciario, todo
ello agudizado sin duda por la profunda crisis económica y los recortes
padecidos en el sistema público en España.
Con las necesidades objetivas y
racionales que demanda el buen funcionamiento del sistema, cuando quedan
postradas durante años, la frustración y el desencanto crecen empujando a la
objetividad hasta que se desliza por la pendiente de las emociones y se trasforman
en un problema de abandono, marginalidad, ostracismo, donde la necesidad ya no
es colectiva sino es una necesidad vital personal.
Es en este caldo de cultivo, y de
un modo tan organizado y como rápido donde toma presencia y cuerpo en las
relaciones laborales en Instituciones Penitenciarias, un autoproclamando
movimiento “asindical” de camisas negras que bajo la consigna de “tu abandono
me puede matar” ha irrumpido con un claro mensaje anti-sindical.
Es un movimiento que se instala
en la ambigüedad calculada, su mensaje se utiliza según pueda interesar contra la
administración, contra los sindicatos o contra cualquiera que consideren no
sigue ciegamente sus postulados. Es decir, volvemos al inicial planteamiento de
hace cien años, el aglutinante del individualismo global contra los ”otros”,
representado en la formula identitaria del clan, el clan de las camisetas
negras.
Se abren importantes
interrogantes respecto a este movimiento, es evidente que las condiciones objetivas
existen, radican en la degradación laboral y prepotencia que reina en las Instituciones
Penitenciarias, pero sus alternativas frente a las mismas son un correlato de
“deseos” y ”quieros” construidos con un copia y pega de las demandas
tradicionales de los sindicatos y sin que se exprese mayor estrategia para
alcanzarlos que la de presionar a los sindicatos y aderezada de alguna demanda generalista a la
Administración
Lo que debe de llevarnos a
reflexionar en cual es la diana real del movimiento cuando el primer objetivo
de su movilización son las fuerzas sindicales, que, con todas las carencias y debilidades,
son las que sostienen los derechos laborales.
Otra cuestión, no menor, es que
el crecimiento de las “camisas negras” se produce con la incorporación de dos
tipos de personal, gente con muchos años laborales en prisiones y que se
destacan por no haber participado nunca en movilizaciones o protestas
reivindicativas y una generación más joven que se ha incorporado en los últimos
diez años y que tampoco se ha involucrado sindicalmente, todo ello dirigido por
personas vinculadas sindicalmente y que no han encontrado un espacio para ellos
en sus organizaciones.
Por otra parte, está la siempre
escabrosa cuestión de las finanzas, es un terreno donde no parecen tener
especiales dificultades y que tratan de justificar como aportaciones
personales, pero que indudablemente suscita dudas de credibilidad.
Siempre que se ha organizado algo
con rapidez y capacidad de impacto se ha hecho porque hay financiación externa
con intereses concretos en el desarrollo de la organización, la financiación
puede provenir en éstos casos del mundo empresarial o del mundo político, o de
ambos con intereses entrecruzados, sería interesante que este tema tuviese
cierto nivel de transparencia, sobre todo con los potentes intereses existentes
por las grandes corporaciones con hacer negocios de la privatización de los
servicios públicos, máxime en uno tan goloso como las prisiones donde es público
el interés en su privatización
La otra cuestión es que correlato
político sostienen a un movimiento de estas características que, aunque se
presenta como ansindical y sin un aparente mensaje político, es precisamente
ahí podría radicar el potencial de su proyección política, no obstante, si es
evidente, que por parte de grupos de la extrema derecha hay un especial interés
en captar personal en los ámbitos de la seguridad del Estado y un movimiento de
estas características abre múltiples oportunidades. Por otra parte, desde
organizaciones políticas, del propio establishment les sería de gran utilidad
contar con un Ministerio del Interior sometido a tensiones desde dentro, que
facilitase su discurso político utilizando las mismas para desgastar al
Gobierno.
En definitiva, nos encontramos
ante un fenómeno sindical y político incipiente, pero para nada espontáneo que
se desarrollará en los próximos meses y podrá ser relevante en la política
penitenciaria española en un medio a corto plazo.
Por lo tanto, no se trata de
demonizar, o generar calificativos, contra un movimiento de gentes normales en
su inmensa mayoría que lo único que han encontrado un cauce que canaliza sus frustraciones profesionales.
De lo que se trata es de generar políticas laborales adecuadas para cortar el
suministro de razones para que el movimiento se expanda, es decir, políticas de
relaciones laborales que atiendan las demandas objetivas y fortalezcan el
sistema penitenciario como servicio público en el marco constitucional.
En ese terreno los agentes
principales serán sin duda las organizaciones sindicales, que deberán de ser
capaces de tener la habilidad y capacidad de representar las demandas, que son
suyas, y que son las que justifican la articulación de este movimiento. Es decir,
tener la capacidad de exigir y gestionar soluciones prácticas para problemas
reales, porque si lo que tienen es la tentación de contrarrestar entrando en la
confrontación de lo emocional habrán perdido, porque las emociones son
subjetivas y particulares.
Por supuesto el Ministerio del
Interior debería poder estar en condiciones de acreditar tener alguna política penitenciaria
con responsabilidad de Estado y ser
capaz de comprender los retos que tiene frente a si, que no son meramente laborales y tienen un profundo
componente político desde la óptica de la seguridad del Estado, no tratando de
ningunear unas demandas muy objetivas y reales, a la par que necesarias para el
desarrollo de un modelo penitenciario moderno y reinsertador. Jugar con las
necesidades y emociones del personal de prisiones no es una apuesta muy
inteligente, es temeraria y demuestra un desconocimiento profundo de lo que se
gestiona, salvo que lo que se pretenda sea echar gasolina al fuego.
El presunto argumento que desde
los Gobiernos siempre se tiene la tentación de esgrimir, sobre el gasto
público, solo demostraría no haber comprendido absolutamente nada de lo que es
y para qué sirve un sistema penitenciario moderno, la reinserción no es un gasto
es una inversión para ahorrar en costos sociales y económicos, y además es
rentable.
Si el camino sigue como hasta
ahora, al albur de los cientos, con engaños y mentiras, tratando de doblegar a
los trabajadores por inanición, las
camisetas se transformarán en camisas y el negro desprenderá fuego que se
materializará en un sistema de prisiones más vulnerable, con fuertes tensiones
internas, con una bajada exponencial de la calidad reisertadora actual, y donde
lo punitivo será central y estará presente como demanda generalizada ante la
degradación de un sistema penitenciario al que no se ha sabido defender, por
parte de los que se les llena la boca de reinserción y Constitución, todo por
algo tan banal, por el corto-placismo y
la mediocridad de unos gestores políticos que solo trabajan en el narcisismo de
una agenda de lo inmediato.
Solo el camino de la negociación
cierra las puertas a los senderos de los sueños rotos, solo habrá o liderazgo o
rompedores de sueños. Ese es el reto
El gobierno tiene que comprender que una institución que fundamenta su existencia en el trabajo con personas no puede permanecer más tiempo sin una negociación real con los sindicatos.
ResponderEliminarVaya paja mental te has hecho colega. Se nota que llevas en la poltrona muchos años.
ResponderEliminarPor esto, por actitudes como la tuya, es por lo que los compañeros no quieren saber nada de los adocenados sindicatos.
Te hago el test para saber de que calaña eres:
ResponderEliminarEres sindicalista?
Estas liberado?
Si no estás liberado tienes horas sindicales? Las coges en fin de semana y noches que no son útiles para la acción sindical?
Ya sabes se un hombre y da un paso al frente.
Me parece que tú no conoces al personal penitenciario. En mi vida había leído tanta burrada junta, lo que demuestra el desconocimiento total de la realidad penitenciario y sus trabajadores.
ResponderEliminarSi eres compañer@ me avergüenzo de ti por insultar de esa manera a trabajadores penitenciarios cansados de un sindicalismo aborregado. Usted no representa a nadie y desconoce por completo el mundo penitenciario.
ResponderEliminarPalabra de liberada vividora con miedo a perder sus prebendas...
ResponderEliminarTe animo a unirte uno de los días de huelga. Acércarte a cualquier prisión que desees y pregunta a los que estamos en los accesos con esa camiseta negra que desprestigias. Infórmate y luego escribe. Conoce cara a cara a l@s compañer@s que estamos luchando y luego juzga. Averigua de donde sale esa financiación que afirmas que existe y me lo cuentas, porque aquí en Canarias, mi camiseta me ha costado 5€ y ayer puse otros 5 para las pancartas que queremos llevar en la manifestación del 29 y en las sucesivas jornadas de huelga. Cuando la encuentres, te pido por favor que nos lo comuniques, porque sería una forma más de pisotearnos puesto que aquí a los únicos que les cuesta tiempo y dinero es a tod@s y cada un@ de nosotr@s.
ResponderEliminarUna funcionaria en huelga porque TU ABANDONO ME PUEDE MATAR
Usted no tiene ni idea de lo que va esto, ni creo que le interese averiguarlo. Yo le aconsejo, si tanto está interesado por el sindicalismo verdadero, se afiliara a la CNT. Eso sí, ser sindicalista sin subvenciones estatales es más complicado. Ha llamado fascistas a muchos compañer@s y eso, sin saber quién es usted, no se lo perdonaré jamás
ResponderEliminarEcha de menos los sindicatos verticales? Hágase está pregunta, quizá encuentre respuesta a las barbaridades que ha escrito en este blog.
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ResponderEliminarAl leerle a usted no me extraña que los sindicatos penitenciarios estén al borde de la desaparición. Penoso su artículo.
ResponderEliminarvaya peñazo de artículo
ResponderEliminarY tú quién eres para hablarme así?
ResponderEliminarPor lo menos identificaté y sal de tu anonimato
Lo que si sabemos es como se financia tu sindicato, de subvenciones del gobierno ( sean de de un signo o de otro) ya que de las cuotas de afiliados sería difícil al no tener prácticamente afiliados en prisiones
ResponderEliminarCamisas negras? A mí, republicano y antifascista hasta la médula, me va a decir usted que yo soy un camisa negra fascista,quién se ha pensado que es usted para insultar a un movimiento que lucha por la defensa de un servicio público cómo el nuestro? Debería de avergonzarse de sus palabras y pedir perdón a este grupo de compañeros, entre los que me encuentro, que su único pecado es la defensa de un sistema penitenciario público,en el que sus trabajadores sean reconocidos económica y socialmente su labor. Aún está a tiempo y pida disculpas por este desafortunado artículo
ResponderEliminarNo hay que ser muy espabilado para intuir que éste articulo lo ha escrito vd desde un flamante despacho o similar, tirando de hemeroteca y rodeado de artículos de primera necesidad conseguidos con el sudor de su frente partiéndose el pecho por el bienestar de sus afiliados. Tómese la medicación, pise suelo y reconozca que esos camisas negras y muchos más, que aunque no lo seamos estamos plenamente con ellos, tienen su origen en la decepción y desconfianza que a lo largo de mucho tiempo han sembrado los representantes sindicales, más interesados en conservar su silla, sus horas sindicales, sus liberaciones, sus subvenciones gubernamentales, etc que en velar por el bienestar y por los derechos de sus compañeros de trabajo, los mismos que ahora están poniendo en peligro, en ocasiones hasta su integridad física, por defender lo que los sindicatos no han sabido ni querido solucionar, hasta que no han visto que su vida aburguesada como sindicalista estaba en peligro. Tómese la medicación y pise tierra.
ResponderEliminarMenuda mierda de articulo. Pero enhorabuena, has logrado aburrirnos a todos con tu prosa verborreica y tu absoluto desconocimiento del medio y la situacion.
ResponderEliminarTe invito el próximo día 6 a acompañarnos en la huelga del CP Córdoba y llamarnos en la cara fascistas y camisas negras.
ResponderEliminarEl paralelismo q introduce es muy sofisticado y simbolico pero carece de realismo actualmente. Lo q ha movido las conciencias adormecidas de sindicatos y estos han tirado de los funcionarios del cuerpo de ayudantes ha sido la subida salarial a los policías y guardias civiles.
ResponderEliminarLa aparición de los asindicales en escena es un grupo minusculo, anacrónico y q se inicia en algunos de Alhaurín, a nadie representan y quieren imponer sus criterios. Ni hay tanta conciencia de lucha ni tanta zarandajas.
Que lucha??todos los dias pegan a un funcionario....el hannibal lecter casi mata a 2 funcionarios??
ResponderEliminarQue hacemos una huelguita a las 15:00 de un miercoles pa no molestar???
Llevan faltando 3500 funcionarios desde hace 3 años y que han conseguido ustedes??
Nada de nada siguen faltando 3500 y todos los dias cobra un funcionario....asi que menos camisetitas y mas huelga general indefinida....