viernes, 4 de junio de 2021

PRISIONES NO TIENE QUIEN LE LLORE

 

Pasan los años, pasa la vida, y en prisiones no pasa nada, el universo penitenciario español sigue con los mismos problemas, los viejos déficits estructurales y en una progresiva decadencia, años tras año, gobierno tras gobierno sin que el valor y responsabilidad que hace recaer sobre el servicio público de prisiones la Constitución tenga ningún reflejo social, laboral o políticamente.

La Administración Penitenciaria está padeciendo una regulación de empleo encubierta, pero con efectos muy reales durante los últimos años, que está manteniendo un 15% de las vacantes de Rpt sin cubrir, este porcentaje se está incrementando, dado el envejecimiento de las plantillas.

Las consecuencias de la falta de personal inciden directamente sobre las condiciones laborales y la calidad del servicio, no tener el personal necesario hace las cárceles más inseguras, con plantillas sometidas a una mayor carga de trabajo y con derechos laborales más mermados, como puede ser el de la movilidad o la carrera profesional.

Las agresiones son una pandemia que no se ha querido abordar por parte de los diferentes Gobiernos, la consecuencia inmediata son casi 5.000 agredidos físicamente entre el personal penitenciario en la última década. Esta realidad inapelable se ha tratado de ocultar con la firma del PEAFA, que ha salido adelante, y se mantiene, por el apoyo de UGT(acaip) y CSIF que permitió una mayoría de la representatividad sindical para avalar los recortes de la ley de prevención que impulso el Gobierno del PP para el personal penitenciario.

Siempre hemos tenido gestores penitenciarios que se las ha llenado la boca y, la propaganda, con la modernidad y la eficacia reinsertadora del sistema penitenciario español. Al margen del componente histriónico que siempre hay en estas manifestaciones de los políticos dentro de la institución penitenciaria, es verdad que tenemos un modelo y un servicio perfectamente homologable y digno internacionalmente.



El único factor para el que no hay capacidad de homologación con nuestro entorno, es el laboral, la resistencia de la institución penitenciaria a avanzar en las relaciones y condiciones laborales es histórica, indudablemente guarda relación con los intereses y resistencias de un reducido grupo funcionarial de alto nivel que condiciona y determina las políticas laborales de los Gobiernos en la Institución.

Al margen del papel de los “cortesanos” en la gestión de las AAPP no hay la menor duda de la total responsabilidad que existe en la inacción de los gestores políticos que han ido pasando por la secretaria, más preocupados por su sustento material y político que por pasar a la posteridad como eficiente gestor de la “res publica”

No se puede concebir ningún sistema de servicio público moderno y eficiente, con las condiciones laborales existentes actualmente en las Instituciones Penitenciaras del Ministerio del Interior, donde no se reconoce en modo alguno el papel central del personal en la eficiencia de la reinserción, con una sostenida en el tiempo pérdida de poder adquisitivo, con una discriminación salarial insultante dentro de la propia Secretaria General, con hasta nueve salarios para el mismo puesto con idénticas funciones.

Nos podemos extender en leer las entrañas de todas las miserias que acumula la institución y en el maltrato a su personal: sanidad penitenciaria en derribo, carrera profesional sometida a la designación arbitraria, sin formación, con personal de primera y de segunda según la relación jurídica, si derecho a la salud laboral, y con un sinfín de reinos de taifas gobernados al albur de la luna.

Lo preocupante no es la amplitud del catálogo de temas sin resolver, lo realmente lamentable es el hecho que esta narración admite cualquier fecha, puede ponerse hace veinte años, y la mayoría de las cuestiones estaban sobre la mesa, lo que denota que el inmovilismo en prisiones, cuestiona el propio modelo, pues todo lo que no avanza, retrocede.

Otra certeza que no admite demasiada discusión, es que a pesar de existir un amplio consenso (con diferentes acentos e interpretaciones) no henos tenido la fuerza y la voluntad necesaria para invertir la decadencia.

Evidentemente esto tiene responsabilidades, pero, además, tiene motivaciones de mayor calado que condicionan y justifican los retrocesos que padecen las prisiones y su personal.

La gestión del sistema penitenciario tiene un componente cortesano importante que conlleva, entre otras cuestiones, que las decisiones no se adopten desde una perspectiva técnica o de política penitenciaria, sino que responden a intereses mucho más mundanos, donde la pertenencia de grupo lo condiciona todo.

Sólo desde esa óptica puede explicarse la actitud que, frente a las agresiones, y del resto de la gestión, se mantiene en las Instituciones Penitenciarias, donde las políticas del PP y del PSOE se superponen en el continuismo, probablemente porque el Ministerio del Interior y la propia Secretaria adolece de personas con capacidad de liderazgo y una visión progresista del sistema penitenciario constitucionalista y donde bajo una retórica amable se oculta un proyecto muy conservador y corporativista.

Las agresiones y la violencia en el trabajo son un elemento definitorio del compromiso de una Administración moderna comprometida con la Ley y el personal penitenciario. Y los hechos no pueden ser más desalentadores y frustrantes.

A pesar del maquillaje y la grosera interpretación que de la agresión se tiene en Instituciones Penitenciaras en contra de los criterios de la Organización Mundial de la Salud, de La Organización Internacional del Trabajo o de la propia Ley de Prevención de Riesgos Laboral española, las agresiones cada día son más, y son más graves.

El Gobierno del PP impulso una herramienta para dar soporte legal a todo este despropósito que sucede contra el personal penitenciario, una herramienta que limito profundamente los derechos preventivos del personal de vigilancia o en contacto con internos, el PEAFA no es un instrumento contra las agresiones, es un instrumento para quitar la prevención al personal de prisiones y justificar el manoseo de las cifras reales a voluntad de los gestores.

A pesar de su política de crítica y queja frente a las agresiones durante su periodo en la oposición, el acceso al Gobierno de PSOE no ha cambiado nada esa política de recortes y de desprotección del personal penitenciario, al contrario, ha tratado de darle un halo de institucionalidad, que la realidad de los centros y del personal agredido destroza cada día.

Frente a la instrumentalización por parte de la política de las necesidades del personal de un servicio público esencial, no ha habido una respuesta unitaria, clara y nítida, al menos para condenar el actual estado de cosas, toda vez, que su análisis y alternativas está más lejano de los posibles consensos.

Es difícil construir esos espacios unitarios porque la hipoteca del PEAFA que tienen en vigor las organizaciones sindicales firmantes pesa demasiado, y a pesar del costo que les acarrea esa vinculación, les falta la autonomía y la capacidad de poder criticar el efecto que los recortes que instaura el mismo tienen sobre las consecuencias del incremento de las agresiones.

Por otro lado, desde posiciones más populistas se trata de aprovechar las agresiones para promover cambios de facto en el propio modelo Constitucional penitenciario, sobre todo en el campo del empleo de los medios coercitivos, introduciendo elementos claramente desestabilizadores como el empleo de las taser en los centros penitenciarios, o la propagandística demanda de ser agente de la autoridad, que la realidad ya ha reconocido a través de innumerables sentencias.

Situar el debate de las agresiones en el plano de lo regimental, como hace la administración y algunas organizaciones, es el camino más corto para conseguir que las agresiones se conformen en un hábito del trabajo en las prisiones, con lo cual habremos perdido el objetivo básico de la lucha contra las agresiones, que no es otro que evitar que se produzcan.

La administración siempre ha tenido clara esa idea, por ello impulso el PEAFA, para sacar las agresiones de los derechos fundamentales, como son la SALUD y la SEGURIDAD en el trabajo

Que la prevención de riesgos y la salud laboral aborden las agresiones es un paso imprescindible para ir acotando las causas, los mecanismos para evitarlas y las políticas para apoyar a las víctimas que las padecen, sin ello las agresiones se cronificaran y la indefensión del personal también.



Una medida imprescindible es recuperar la protección de la Ley de Prevención de Riesgos para todo el personal penitenciario, igual que la tienen el resto de los trabajadores, no existe ninguna razón objetiva para esa discriminación. Como queda en evidencia con la paradoja que representa que un funcionario de oficinas tiene mayor protección preventiva que un funcionario de un módulo de aislamiento.

Para avanzar frente a las agresiones en prisiones, es necesario tener conciencia y consciencia de lo que representan, no solo por parte de las víctimas, sino por toda la organización con independencia del lugar que se ocupe en ella, el personal penitenciario debe ser el motor que impulse ese cambio, no hay otro camino que hacernos protagonistas de nuestro propio destino.

Para cualquier cambio en prisiones, la unidad es imprescindible, desde la división, NINGUNA REIVINDICACION, será posible, la atomización y las diferencias son muchas, es una evidencia que no se debe de negar, por ello solo se puede construir con los elementos que unen, en el caso de las agresiones, su condena y la necesidad de atajarlas, luego cada cual hará la lectura que considere, pero algo tan básico es imprescindible transmitirlo socialmente si queremos empezar a resolver el problema.

El ejemplo de A Lama de hoy, puede ser un paradigma valido para trabajar las agresiones y otros temas de trascendencia para todo el colectivo, al menos para lo básico todos somos necesarios y nadie es imprescindible. La imagen de A Lama, refleja pluralidad, que no es otra que la que existe en nuestro colectivo y que es preciso no olvidad, A Lama es un esfuerzo por encontrar lo común, sin renunciar a lo que nos diferencia.

Sin lugar a dudas para llegar hasta un A Lama nacional, es necesario dar pasos, que reduzcan sectarismo, que elimine el acoso y los malos modos con el que piensa diferente, no hay otro camino, sino queremos quedarnos eternamente en nuestra actual lamentable situación

 

A Lama, podemos ser todos. Prisiones Sin Agresiones