sábado, 15 de abril de 2023

EL COEFICIENTE CERO EN PRISIONES

 Ya hace cinco largos años que, desde Alhaurín, entre bailes tribales y campings reivindicativos, “aparecía espontáneamente” un movimiento reivindicándose como regenerador del mundo sindical penitenciario, frente al abandono que sufría el colectivo por la desidia y falta de capacidad del sindicalismo institucional y representativo.

Prometieron esperanza entre un grupo significativo del personal penitenciario, la ilusión de una tierra sindical prometida, no solo para lograr mejoras nunca vistas en prisiones, sino para gestionar las reivindicaciones de un modo más eficaz y, también más directo y participativo.

Iniciaban su andadura sindical, cobijados bajo el paraguas de las acciones de los que ellos llaman legítimos, y con razón, pues tienen la legitimidad de la Ley, y por eso son representativos y ejercen el derecho a la negociación colectiva.

Ya desde el inicio dejaron claro cual era su objetivo y razón de ser, señalando el centro de su actividad y critica en los sindicatos, travestido siempre con el barniz de ser un movimiento a sindical, que se atribuye solo mejorar las condiciones laborales que negocian los sindicatos.

Participaron en manifestaciones, concentraciones y a su manera en la primera huelga convocada en prisiones, siempre cuestionando la actividad sindical, subiendo la apuesta que exigían que cubrieran los otros, e intentando dividir y confrontar a las plantillas. Con un único objetivo debilitar la acción sindical de los sindicatos representativos, como, por ejemplo, durante la huelga, exigiendo que fuera indefinida, planteando otra reivindicación ajena a la convocatoria de la misma, como fue la equiparación, o haciendo cajas de resistencia paralelas a las oficiales.

Se sigue esperando, con mucha paciencia, que algún día aprendan a convocar y organizar una huelga, lo cual está más que en cuestión dada la insolvencia sindical que acreditada entre lo que dicen y lo que hacen

Repetían que solo existía un objetivo en todas estas acciones, la “pretensión de mejorar la acción sindical de los sindicatos”, pero la práctica y los hechos decían lo contrario, que era debilitar y hacer fracasar sus iniciativas para poder atacarlos y tratar de eliminarlos, aunque fuera haciendo el juego a los intereses de la SGIP.

Nunca han tenido ningún reparo en anteponer sus intereses particulares a los de las plantillas, lo demostraron otra vez más en su puesta en escena de su proyecto de estatuto, donde entre otros muchos derechos sacrificaban el de la salud laboral o la negociación colectiva, a cambio de tener una silla junto al Sr Ortiz, y que al final solo sirvió para hacer política de partido de oposición al Gobierno al que lloran que no les abandone.

Ciertamente impusieron su férreo control al resto que se “ilusionaron” con ese presunto proyecto de cambio y transformación y, lo que era evidente para todo el mundo, salvo para entregados adeptos, tomo cuerpo, porque siempre fue una etapa del objetivo la conversión del movimiento en sindicato.

La paradoja y el devenir como organización sindical contraria a los sindicatos, siguió la línea continuista y folclórica de cero resultados, más fotos con diputados opositores, concentraciones extremadas para hacer ruido, iniciativas parlamentarias contra la mayoría del Congreso y toda una carrera de lo que denominaron “visibilizar al colectivo”. Como si los miles de manifestantes, cientos de concentraciones, centenares de reuniones con congresistas, senadores, alcaldes, miles de notas de prensa, encierros, de los sindicatos representativos no hubieran existido.

La experiencia de estos cinco años ha demostrado con sus actos que son una alternativa, la alternativa a la realidad y a los hechos objetivos. Han sido capaces de construir una realidad paralela que permita cohesionar su parroquia, donde establecen un fetiche, al que han puesto el nombre de “sector”, y con ello justifican su incapacidad para lograr ningún resultado ni mejora para el personal penitenciario, dejándolo todo a la esperanza de la tierra prometida de la sectorización, que sustentan en la “especialización” del colectivo penitenciario, pero entendida a su manera, dejando fuera de prisiones al personal laboral, y fuera de su “especialización” al personal de oficinas, de área mixta, sanitarios o tratamiento, seguro que acaban expidiendo carnés donde solo serán penitenciarios los “patas negras” que ellos bendigan, previa rigurosa devoción a sus ocurrencias.

Anteponer las necesidades y los derechos del personal penitenciario esperando promesas de un futuro que nunca llegará, se realiza con las técnicas de pensamiento único más extremista, descalificación y acoso de los sindicatos representativos, la mentira como eje central del discurso y siempre buscando alimentar la división y la crispación donde esperan tender sus redes.

Realmente no les gusta nada el marco jurídico y legal existente, no les gusta nada el modelo de negociación colectiva, prefieren ejercer el derecho de súplica. No les gusta nada la LOSL y la representatividad electoral, como tampoco les gusta el servicio público penitenciario Constitucional (probablemente no les gustan los servicios públicos), ni que las mujeres presten su servicio en condiciones de respeto a su derecho a la igualdad absoluta en los centros penitenciarios. Definitivamente no les gusta nada que no sean ellos y sus intereses

Su proyecto de futuro es una regresión a un pasado anterior a 1978, que elimine el paso de la Constitución tras los muros de las prisiones, los derechos de los trabajadores, o la aplicación de las reglas internacionales en las penitenciarias.

Lo cierto es que su dedo de manipulación no puede ocultar el sol de la realidad, una realidad marcada porque quienes tenían la varita mágica para las mejoras y que se ha visto no era una varita sino unas pesadas cadenas que no han permitido ningún avance para los penitenciarios, han dividido al colectivo haciéndolo más débil reivindicativamente.

Lo vuelven a hacer ahora con el Acuerdo Retributivo para todo el personal penitenciario, donde se vuelven a instalar en la negación de la realidad, que no es otra de que es la mayor subida económica para prisiones.

La alternativa que ofrecen a subir las nóminas, es no subirlas y esperar a que ellos “negocien”. Es ridículo y, quedan desenmascarados, cuando jalonaban que no habría acuerdo y no habría subida, o como ahora que intoxican para decir que no se cobrara

No quieren mejoras para el colectivo. Solo quieren votos, para sus sueños y ansias en busca de la silla perdida.

Definitivamente son un factor negacionista de la realidad y. con ello de las mejoras laborales, lo que no impide que presuntos expedientes se conviertan en mandos de libre designación. No hay que ser injusta y se les debe de reconocer importantes aportaciones a los intereses del colectivo, como el desfile de la cabra por la Gran Vía Madrileña, o los aguerridos gritos de marlasca chúpamela en la calle Alcalá. Actos que por sí solos ponen al colectivo ante la ciudadanía, en el descredito y la marginalidad más extrema.

A pesar de la mentira, de no tener ningún proyecto de futuro para prisiones, a pesar de confrontar con los trabajadores y con los sindicatos y de servir de parapeto al sindicalismo de empresa se continúan reivindicando orgullosos de ser el coeficiente cero en prisiones.

Porque han demostrado que todo lo que tocan lo multiplican por cero, y siguen prometiendo para seguir multiplicando por cero todo el tiempo, alzan la voz de su retórica histriónica para multiplicar por cero sus conocimientos sindicales y acreditar que no son una reivindicación sino una plataforma de intereses particulares.

Frente a los compromisos y los hechos de mejorar las condiciones laborales y las nóminas del personal siempre habrá un espacio para ser "anti-institucional", un espacio para el desahogo individual y los egoísmos particulares.


Y boicotearan todo, siempre con la tranquilidad de que por mucho que multipliquen por cero su "realidad" penitenciaria, habrá quien con seriedad y rigor lograra las mejoras, todas las mejoras salen de los mismos, son a los que se les vilipendia, insulta, son quienes resuelven el resultado cero del odio y la división aportando hechos y resultados, como han demostrado con el último Acuerdo, o con derechos como la segunda actividad, los horarios, la salud laboral y en definitiva todos los derechos que el coeficiente cero disfruta y exige tan placenteramente, desde el negacionismo y la marginalidad 

Quienes suman en torno al coeficiente cero son el caballo de Troya de la Administración contra el progreso y el bienestar del personal penitenciario, siempre prestos en pleitesía con las direcciones, raudos para unas relaciones laborales piramidales que den privilegios no regulados a minorías sobre la privación de los mismos a las mayorías.

Pero ante el camino más corto para perder derechos de los que lo multiplican todo lo que tocan por cero, siempre la mayoría estamos a tiempo para reivindicar la realidad de los hechos y el compromiso del trabajo por la reivindicación, desde el respeto y la verdad