lunes, 21 de septiembre de 2020

EXTREMISMO EN PRISIONES. UN CAMINO HACIA NINGÚN LADO

 



Decía, ya hace un año (http://ojocarcelario.blogspot.com/2019/10/y-prisiones-se-quedo-en-el-anden.html) , que en prisiones con tanta propaganda, demagogia y ganas de protagonismo para confundir a la plantilla, se nos había olvidado lo más importante, nuestros derechos y nuestras retribuciones. Y que si no se producía un cambia de dinámica, esta situación se agravaría.

Desgraciadamente, los peores designios parecen irse confirmando, seguimos anclados en la propaganda y recluidos en las redes en el insulto y la coacción, como coartada frente a la más absoluta inacción, no existe debate, reflexión colectiva y por supuesto ninguna acción o propuesta merecedora de tal nombre.

A pesar de que las actitudes y la indolencia no nos abandonan, y de que se repiten eslóganes caducos y vacíos, como papagayos para complacer a una parroquia ya convencida de los designios divinos que algunos creen tener en la historia sindical de prisiones. Hay dos elementos sustancialmente diferentes, que hacen que así las dificultades se agudicen a la hora de dar respuestas a las necesidades  objetivas del personal penitenciario.

La situación del COVID, que ha transformado, lo sigue haciendo, profundamente una nueva realidad de país, de relaciones laborales y económicas, abocándonos a la más profunda crisis de nuestra historia reciente que como sociedad no podremos evitar enfrentar, incluso para el mesianismo "taleguero". Condiciones objetivas que limitaran, también objetivamente, la capacidad y voluntad de respuesta a nuestras necesidades. Y ello a pesar de declaraciones voluntaristas de que hay que ignorar la realidad para satisfacer la ensoñación que la propaganda política extremista con la que superponen las consignas a los hechos.

Por otra parte, estamos asistiendo a un proceso de radicalización extremista en la forma de plantear las diferentes y legitimas perspectivas para afrontar la realidad laboral penitenciaria. Hay un sector que apuesta decididamente que cuanto peor nos vaya colectivamente mejor para ellos, por lo que necesitan enturbiar los más posible las relaciones laborales y la cohesión, siempre debilitada, de las plantillas penitenciarias



En esa estrategia, y como los extremos se tocan, coinciden claramente con la seguida por el independentismo radical catalán, de negar la validez de la legalidad vigente, cuestionando la representatividad de quienes legítimamente la ostentan, a pesar de reconocerla de facto participando en unas elecciones sindicales, con unas reglas de representatividad que insisten en no aceptar porque no han conseguido ser representativos. La legalidad siempre se puede cambiar, tiene sus procedimientos establecidos y a ellos hay que ceñirse, seguir negando la legalidad de los representantes sindicales, es cuestionar el orden democrático por intereses muy particulares de dirigentes de este grupo radical.

Consecuencia inmediata de este razonamiento radical que subvierte el modelo constitucional de relaciones laborales, es la utilización de técnicas de comunicación y de acción sindical, basadas en el odio, las amenazas y la coacción, que son las propias del pensamiento único totalitario. Delegadas, delegados, honestos, comprometidos con su labor tienen que soportar la descalificación personal, la intimidación y el escarnio, por el mero hecho de haberse ganado legítimamente esa representatividad.

El objetivo es evidente, lo que no se ha ganado democráticamente, se pretende conseguir anulando o quitando de en medio a los que sí lo han conseguido, por eso es necesario generar incomodidad, pues los sindicatos representativos son el enemigo que hay que destruir junto con el modelo de relaciones laborales constitucionales.

Dividen, acosan, siembran odio porque les falta el argumento del conocimiento y la verdad, sus propuestas vacías necesitan de enemigos para justificar su incapacidad, impotencia y complacencia con los gestores penitenciarios creando un chivo expiatorio



Llevan poco tiempo haciendo sindicalismo en prisiones, pero han hecho tanto daño al colectivo como si llevaran toda una vida. No cesan sus eslóganes agresivos contra el sindicalismo, los sindicalistas y el personal que sabe que los avances se construyen movilizando, negociando y pactando.

Fruto de no aceptar la legitimidad y la legalidad vigente que otorga la representatividad a los sindicatos presentes en la mesa de negociación, tratan de hacer de quinta columna al servicio de los sectores de la Administración ante cualquier iniciativa de las organizaciones sindicales, ejemplo evidente de ello fue la única huelga convocada legalmente en la historia reivindicativa de prisiones, donde desde el minuto cero hicieron todo lo posible para debilitarla, sacando reivindicaciones ajenas a las de la huelga apura confundir a las plantillas, poniendo exigencias inviables para hacer fracasar la huelga, o haciendo cajas de resistencia paralelas para asustar a las plantillas.



A pesar de todo ello y de ellos, los días de huelga fueron las movilizaciones con mayor repercusión mediática y mayor participación del personal que ha habido en prisiones, a pesar de no alcanzar los objetivos porque el Sr. Ortiz y el Sr. Marlaska se encontraron con unos inesperados (o tal vez no tan inesperados) aliados que travestidos bajo una verborrea radicaloide, infantil y casposa “muy reivindicativa” luchaban, objetivamente, porque no cambiara nada en prisiones y que no volvieran los 123 millones a la mesa de negociación para que los sindicatos no protagonizaran ningún acuerdo y les permitiese seguir con sus campañas de propaganda y extremismo.

Lo único cierto es que TODOS los derechos que tenemos el personal en prisiones, son fruto del trabajo de las distintas organizaciones sindicales presentes en las mesas de negociación, incluidas las subidas salariales pactadas anualmente que no tienen ningún complejo en disfrutar.

Es cierto que queda mucho por hacer en prisiones, que hay demandas que se acumulan con el paso de los años, por diferentes razones, la primera es la de contar en instituciones penitenciarias, salvo excepciones que se cerraron acuerdos, con todos los Gobiernos, los gestores más autoritarios y de menor talante negociador de todas las AAPP. La segunda es la división de lo individual frente a lo colectivo, siempre hay reivindicaciones personales, que se pretender superponer a las de todos. Y el tercer elemento, es la falta de dinamismo y transparencia de las organizaciones sindicales que se acomodan a un escenario donde no hay un elevado nivel de compromiso sindical.

Frente a los hechos, con sus luces y sus sombras, no hay nada. El extremismo hace juegos malabares con las palabras, construye diariamente una retórica basada en la mentira, y siembra odio, mucho odio contra todo el que no piense como ellos.



Frente a los derechos y las mejoras salariales de estos últimos años, sus hechos son memes, millones de fotos con políticos que nunca se comprometen con hechos. Mucha PNL de postureo que no obliga a nada, mucho “día histórico”, hablan de convocar huelga y se olvidan de hacerlo el día siguiente, se gastan un pastizal en hacer un fake-estatuto de copia y pega y hasta hoy nadie lo ha presentado como proposición de Ley, el único compromiso valido, si se cuentan con votos para que lo apruebe el Parlamento, y como insultan y acosan todo lo que no secunden su pensamiento único, pues no paree que pudieran contar con los votos de quienes de buena fe creyeron en un principio en su discurso camaleónico de que son asindicales y apolíticos.

El fetiche del “estatuto” no es más que un texto para a cambio de reducir derechos colectivos de todos alcanzar mejoras individuales para algunos de ellos, apoyándose en sectores de la propia Administración Penitenciaria.

El resto de reivindicaciones han seguido el mismo destino del olvido, como la equiparación con Cataluña que no aparece en su estatuto, o las modificaciones legales para implantar el grupo B en Instituciones Penitenciarías.

Aunque no debe de preocuparles demasiado que no se produzcan cambios, sus iniciativas no buscan mejorar las condiciones laborales del personal penitenciario, solo pretenden ser un ariete contra el Gobierno y contra el modelo penitenciario constitucional.

Para ellos la realidad de los hechos es solamente una versión que hay que desmontar, instalados en el negacionismo y terraplanismo sindical se sitúan en el espectro más extremista y no sorprendería visualizar movimientos cercanos al sindicalismo de extrema derecha del sindicato de Vox ,“solidaridad”

Con estos planteamientos prisiones nunca podrá alcanzar los cambios estructurales que permitan reivindicar la plantilla penitenciaria como columna vertebral de un modelo penitenciario Constitucional, que sea reconocida íntegramente como la mejor inversión para la reinserción social y acorde a ello atendido un espacio retributivo más acorde a esa realidad, menos discriminatorio y donde derechos fundamentales, como el de la integridad y la salud, estén plenamente reconocidos, como frente a las agresiones conforme a los criterios establecidos por el Convenio 190 de la OIT frente a la violencia en el trabajo.

Para alcanzar ese objetivo, es necesario que el extremismo en prisiones haga menos ruido, que los sindicatos sean más activos y ágiles en avanzar en los hechos, como puede ser la Ley de Cuerpos y que el Gobierno visualice la necesidad de que la seguridad del Estado tiene que tener un compromiso democrático fuera de toda duda, donde las Instituciones Penitenciarias deben de impulsar una profundización en la reinserción social.

Todo lo demás será una distopía de memes y deformaciones de la realidad a la que no sabemos afrontar y que nos dará la espalda a nosotros y nuestras necesidades reivindicativas.

Hay una Instituciones Penitenciarias que son muy rentables socialmente, hay que reivindicarlas, reivindicando su personal, que demuestra cada día ser esencial en la reinserción, aun en plena batalla con el COVID19, la modernización es justa y necesaria.