jueves, 3 de diciembre de 2020

LA PROPAGANDA NO PAGA NOMINAS EN PRISIONES

Han pasado los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y la dialéctica parlamentaria de mayorías y minorías ha dictado su ley, que no es otra que la razón de ser de la democracia. Más allá de esta cuestión tan básica como esencial, este debate parlamentario ha servido para percibir que el ruido es la única opción en determinados sectores del sindicalismo en prisiones.

Sectores sindicales, que al igual que otros, han intentado a través de grupos parlamentarios afines, introducir modificaciones presupuestarias mediante enmiendas, lo cual es totalmente legítimo y saludable.

Lo que sorprende es que la expresión de la soberanía popular haya desatado un torrente de insultos, descalificaciones, acoso, amenazas contra aquellos representantes del pueblo que no apoyaron sus propuestas y de paso, además, contra los sindicatos representativos en Instituciones Penitenciarias y contra sus miembros personalmente, lo que denota inicialmente, una concepción de la democracia bastante contraria a la naturaleza de la misma.

Pero más allá del poco respeto democrático que representa esta actitud, el ruido no puede hacernos creer, y equivocarnos, que estas acciones son fruto de la rabia, la impotencia o la frustración y por lo tanto un acto descontrolado en un momento de ofuscación, que no sería justificable, aunque si entendible. A poquito que reflexionemos sobre el contexto y la forma de tanto ruido, podremos comprender que es parte de la estrategia, y en modo alguno algo casual o espontaneo.

Las enmiendas se presentan por un partido de oposición que ha manifestado abiertamente que votaran en contra de los PGE, y cuentan con el apoyo de otros partidos de oposición que igualmente han manifestado su frontal oposición a poyar los PGE impulsados desde el Gobierno de la nación. Es decir, los promotores sindicales de estas enmiendas, las promueven, sin que estén sustentadas en ningún ámbito de negociación totalmente al margen de la negociación colectiva, por partidos que legítimamente utilizan el debate de PGE para hacer oposición y por lo tanto desgastar al Gobierno. No cabe concebir que quien está oponiéndose a los PGE incluya una enmienda dentro de los mismos a sabiendas de que va votar en contra de los mismos, pensar eso más que ciencia ficción seria cinismo.

Es decir, presentan unas enmiendas con toda la intencionalidad de que no salgan, sus enmiendas son para hacer propaganda a coste cero y tratar de pasar la responsabilidad de su inacción a terceros.

No es ninguna novedad, lo llevan haciendo desde su inicio, alborotan, hacen ruido, dividen para simplemente hacer propaganda, porque la naturaleza de su fin no es la de mejorar las condiciones laborales del personal penitenciario, es simplemente expulsar a los otros sindicatos de las prisiones para imponer su sindicato único.

Por eso gritan, acosan, mienten, amenazan, insultan y tratan de imponer su pensamiento único a todo el que no piense y actúe como ellos. Es la estrategia del extremismo y la radicalidad, su ruido tiene el mismo valor que sus enmiendas “low cost” para no salir, hacer propaganda, ahogar el pensamiento y la capacidad de decisión del personal penitenciario

Lo han hecho cuando decían que la PNL eran el cambio de la historia para prisiones, sabiendo que no tenían ningún valor ejecutivo y además no contaban con los apoyos necesarios.

Lo hicieron cuando se convocó una huelga para reivindicar las mejoras y trabajaron para que no saliera, con su griterío extremista, pidiendo, mas, más y más, mientras se quitaban de en medio.

Lo han hecho con su presentación de un presunto “estatuto” que es la santificación de recortes a derechos que la ley reconoce hoy al personal y a los que están dispuestos a renunciar para conseguir sus objetivos personales

Lo reiteraron cuando plantearon una huelga falsa, que ni querían convocar ni iban a secundar

Toda su actuación se reduce a la pura propagada, construida sobre el insulto y el odio, buscando la división y el enfrentamiento, creando una realidad paralela en la que alimentar más extremismo, más radicalidad más extremismo, más ruido.

Sobre la propaganda y el odio, nunca se podrán construir mejoras para el personal penitenciario, para todo el personal penitenciario, no para los que ellos expiden el carné de penitenciario, excluyendo al resto, a los miles de trabajadores y trabajadores que hacen las prisiones un servicio público esencial.

La obscenidad y la indecencia de presentar al personal penitenciario como los parias, no solo dice bastante del país que no conocen, sino es un histrionismo que hace daño a las justas reivindicaciones del personal penitenciario y nos presenta ante la opinión pública como gentes insolidarias, narcisistas y egoístas que nada tienen que ver con el compromiso social que representan la mayoría trabajadoras y trabajadores penitenciarios.

Las reivindicaciones del personal son justas porque representan un compromiso con un servicio público esencial, y que tiene un mandato definido para trabajar en la reinserción. Invertir en reinserción, es invertir en cohesión social, en avance democrático y en justicia.

Solo se puede invertir en reinserción fortaleciendo la alta profesionalidad del personal penitenciario, mediante la dignificación profesional y retributiva, está acreditado que cada euro invertido en reinserción devuelve diez. Y la garantía de la reinserción es el personal penitenciario a la sociedad.

La estrategia de la radicalidad y el extremismo no solamente va en contra de la Institución y del servicio público, va en contra de las reivindicaciones y de las mejoras laborales, porque tanto ruido, dinamita y hace tierra quemada de la base necesaria para avanzar, el dialogo social y los consensos.

Con total certeza que hay espacios políticos, que hoy dan soporte a esta estrategia para desgastar al Gobierno, pero que cuando se instalen en las políticas de Estado en materia penitenciaria y sean alternativa de Gobierno tendrán a necesidad de cortar amarras, con un conglomerado que tanto retroceso quiere traer al sistema penitenciaria español y a sus relaciones laborales.

En la defensa de la institucionalidad y de las políticas de Estado, así como de las necesarias relaciones laborales de consensos debe de formar parte proactiva los responsables de Instituciones Penitenciarias y del propio Ministerio, abandonando cualquier ambigüedad pasada y apostando con hechos tangibles en un reconocimiento profesional y retributivo con un personal que ha tenido desde la transición hasta hoy una compromiso y conducta ejemplar en la modernización y proyección del trabajo de las prisiones como sistema de referencia internacional.

Definitivamente sobre la estrategia del odio y la mentira no se puede construir ningún futuro para el personal penitenciario, quienes depositen su destino en la estrategia de emponzoñar, dividir y enfrentar solo están caminando hacia el pasado, y ni la propaganda ni el pasado paga las nóminas en prisiones

lunes, 21 de septiembre de 2020

EXTREMISMO EN PRISIONES. UN CAMINO HACIA NINGÚN LADO

 



Decía, ya hace un año (http://ojocarcelario.blogspot.com/2019/10/y-prisiones-se-quedo-en-el-anden.html) , que en prisiones con tanta propaganda, demagogia y ganas de protagonismo para confundir a la plantilla, se nos había olvidado lo más importante, nuestros derechos y nuestras retribuciones. Y que si no se producía un cambia de dinámica, esta situación se agravaría.

Desgraciadamente, los peores designios parecen irse confirmando, seguimos anclados en la propaganda y recluidos en las redes en el insulto y la coacción, como coartada frente a la más absoluta inacción, no existe debate, reflexión colectiva y por supuesto ninguna acción o propuesta merecedora de tal nombre.

A pesar de que las actitudes y la indolencia no nos abandonan, y de que se repiten eslóganes caducos y vacíos, como papagayos para complacer a una parroquia ya convencida de los designios divinos que algunos creen tener en la historia sindical de prisiones. Hay dos elementos sustancialmente diferentes, que hacen que así las dificultades se agudicen a la hora de dar respuestas a las necesidades  objetivas del personal penitenciario.

La situación del COVID, que ha transformado, lo sigue haciendo, profundamente una nueva realidad de país, de relaciones laborales y económicas, abocándonos a la más profunda crisis de nuestra historia reciente que como sociedad no podremos evitar enfrentar, incluso para el mesianismo "taleguero". Condiciones objetivas que limitaran, también objetivamente, la capacidad y voluntad de respuesta a nuestras necesidades. Y ello a pesar de declaraciones voluntaristas de que hay que ignorar la realidad para satisfacer la ensoñación que la propaganda política extremista con la que superponen las consignas a los hechos.

Por otra parte, estamos asistiendo a un proceso de radicalización extremista en la forma de plantear las diferentes y legitimas perspectivas para afrontar la realidad laboral penitenciaria. Hay un sector que apuesta decididamente que cuanto peor nos vaya colectivamente mejor para ellos, por lo que necesitan enturbiar los más posible las relaciones laborales y la cohesión, siempre debilitada, de las plantillas penitenciarias



En esa estrategia, y como los extremos se tocan, coinciden claramente con la seguida por el independentismo radical catalán, de negar la validez de la legalidad vigente, cuestionando la representatividad de quienes legítimamente la ostentan, a pesar de reconocerla de facto participando en unas elecciones sindicales, con unas reglas de representatividad que insisten en no aceptar porque no han conseguido ser representativos. La legalidad siempre se puede cambiar, tiene sus procedimientos establecidos y a ellos hay que ceñirse, seguir negando la legalidad de los representantes sindicales, es cuestionar el orden democrático por intereses muy particulares de dirigentes de este grupo radical.

Consecuencia inmediata de este razonamiento radical que subvierte el modelo constitucional de relaciones laborales, es la utilización de técnicas de comunicación y de acción sindical, basadas en el odio, las amenazas y la coacción, que son las propias del pensamiento único totalitario. Delegadas, delegados, honestos, comprometidos con su labor tienen que soportar la descalificación personal, la intimidación y el escarnio, por el mero hecho de haberse ganado legítimamente esa representatividad.

El objetivo es evidente, lo que no se ha ganado democráticamente, se pretende conseguir anulando o quitando de en medio a los que sí lo han conseguido, por eso es necesario generar incomodidad, pues los sindicatos representativos son el enemigo que hay que destruir junto con el modelo de relaciones laborales constitucionales.

Dividen, acosan, siembran odio porque les falta el argumento del conocimiento y la verdad, sus propuestas vacías necesitan de enemigos para justificar su incapacidad, impotencia y complacencia con los gestores penitenciarios creando un chivo expiatorio



Llevan poco tiempo haciendo sindicalismo en prisiones, pero han hecho tanto daño al colectivo como si llevaran toda una vida. No cesan sus eslóganes agresivos contra el sindicalismo, los sindicalistas y el personal que sabe que los avances se construyen movilizando, negociando y pactando.

Fruto de no aceptar la legitimidad y la legalidad vigente que otorga la representatividad a los sindicatos presentes en la mesa de negociación, tratan de hacer de quinta columna al servicio de los sectores de la Administración ante cualquier iniciativa de las organizaciones sindicales, ejemplo evidente de ello fue la única huelga convocada legalmente en la historia reivindicativa de prisiones, donde desde el minuto cero hicieron todo lo posible para debilitarla, sacando reivindicaciones ajenas a las de la huelga apura confundir a las plantillas, poniendo exigencias inviables para hacer fracasar la huelga, o haciendo cajas de resistencia paralelas para asustar a las plantillas.



A pesar de todo ello y de ellos, los días de huelga fueron las movilizaciones con mayor repercusión mediática y mayor participación del personal que ha habido en prisiones, a pesar de no alcanzar los objetivos porque el Sr. Ortiz y el Sr. Marlaska se encontraron con unos inesperados (o tal vez no tan inesperados) aliados que travestidos bajo una verborrea radicaloide, infantil y casposa “muy reivindicativa” luchaban, objetivamente, porque no cambiara nada en prisiones y que no volvieran los 123 millones a la mesa de negociación para que los sindicatos no protagonizaran ningún acuerdo y les permitiese seguir con sus campañas de propaganda y extremismo.

Lo único cierto es que TODOS los derechos que tenemos el personal en prisiones, son fruto del trabajo de las distintas organizaciones sindicales presentes en las mesas de negociación, incluidas las subidas salariales pactadas anualmente que no tienen ningún complejo en disfrutar.

Es cierto que queda mucho por hacer en prisiones, que hay demandas que se acumulan con el paso de los años, por diferentes razones, la primera es la de contar en instituciones penitenciarias, salvo excepciones que se cerraron acuerdos, con todos los Gobiernos, los gestores más autoritarios y de menor talante negociador de todas las AAPP. La segunda es la división de lo individual frente a lo colectivo, siempre hay reivindicaciones personales, que se pretender superponer a las de todos. Y el tercer elemento, es la falta de dinamismo y transparencia de las organizaciones sindicales que se acomodan a un escenario donde no hay un elevado nivel de compromiso sindical.

Frente a los hechos, con sus luces y sus sombras, no hay nada. El extremismo hace juegos malabares con las palabras, construye diariamente una retórica basada en la mentira, y siembra odio, mucho odio contra todo el que no piense como ellos.



Frente a los derechos y las mejoras salariales de estos últimos años, sus hechos son memes, millones de fotos con políticos que nunca se comprometen con hechos. Mucha PNL de postureo que no obliga a nada, mucho “día histórico”, hablan de convocar huelga y se olvidan de hacerlo el día siguiente, se gastan un pastizal en hacer un fake-estatuto de copia y pega y hasta hoy nadie lo ha presentado como proposición de Ley, el único compromiso valido, si se cuentan con votos para que lo apruebe el Parlamento, y como insultan y acosan todo lo que no secunden su pensamiento único, pues no paree que pudieran contar con los votos de quienes de buena fe creyeron en un principio en su discurso camaleónico de que son asindicales y apolíticos.

El fetiche del “estatuto” no es más que un texto para a cambio de reducir derechos colectivos de todos alcanzar mejoras individuales para algunos de ellos, apoyándose en sectores de la propia Administración Penitenciaria.

El resto de reivindicaciones han seguido el mismo destino del olvido, como la equiparación con Cataluña que no aparece en su estatuto, o las modificaciones legales para implantar el grupo B en Instituciones Penitenciarías.

Aunque no debe de preocuparles demasiado que no se produzcan cambios, sus iniciativas no buscan mejorar las condiciones laborales del personal penitenciario, solo pretenden ser un ariete contra el Gobierno y contra el modelo penitenciario constitucional.

Para ellos la realidad de los hechos es solamente una versión que hay que desmontar, instalados en el negacionismo y terraplanismo sindical se sitúan en el espectro más extremista y no sorprendería visualizar movimientos cercanos al sindicalismo de extrema derecha del sindicato de Vox ,“solidaridad”

Con estos planteamientos prisiones nunca podrá alcanzar los cambios estructurales que permitan reivindicar la plantilla penitenciaria como columna vertebral de un modelo penitenciario Constitucional, que sea reconocida íntegramente como la mejor inversión para la reinserción social y acorde a ello atendido un espacio retributivo más acorde a esa realidad, menos discriminatorio y donde derechos fundamentales, como el de la integridad y la salud, estén plenamente reconocidos, como frente a las agresiones conforme a los criterios establecidos por el Convenio 190 de la OIT frente a la violencia en el trabajo.

Para alcanzar ese objetivo, es necesario que el extremismo en prisiones haga menos ruido, que los sindicatos sean más activos y ágiles en avanzar en los hechos, como puede ser la Ley de Cuerpos y que el Gobierno visualice la necesidad de que la seguridad del Estado tiene que tener un compromiso democrático fuera de toda duda, donde las Instituciones Penitenciarias deben de impulsar una profundización en la reinserción social.

Todo lo demás será una distopía de memes y deformaciones de la realidad a la que no sabemos afrontar y que nos dará la espalda a nosotros y nuestras necesidades reivindicativas.

Hay una Instituciones Penitenciarias que son muy rentables socialmente, hay que reivindicarlas, reivindicando su personal, que demuestra cada día ser esencial en la reinserción, aun en plena batalla con el COVID19, la modernización es justa y necesaria.

 

lunes, 15 de junio de 2020

HUELGA DE HUMO EN PRISIONES


Han ido pasando los días y ya nadie parece acordarse de la soflama firmada por Tamp, exigiendo una convocatoria de huelga a las organizaciones sindicales representativas, la propuesta se ha diluido como azucarillo en agua, solo ha estado viva para otra campaña de demonización de las organizaciones sindicales presentes en la mesa de negociación.

Que se pueda jugar con tanta alegría, como irresponsabilidad, con algo tan serio como es el derecho a la huelga, es premonitorio para definir los mimbres que construyen el “nuevo sindicalismo” en prisiones y evidencia la superficialidad y teatralidad de quienes han venido a cambiar todo para no cambiar nada.

La huelga como derecho fundamental ha costado un tributo demasiado alto para que sea manoseada por cuatro nihilistas enfundados en camisetas con consignas para un negro futuro. La huelga es el instrumento más potente de los trabajadores para defender sus intereses cuando se agotan todas las herramientas para defender sus derechos, no es, en modo alguno, una coartada para un panfleto propagandístico hueco de compromiso o decisión, y que una organización utiliza para hacer marketing y tratar de engañar a los trabajadores sobre sus verdaderas intenciones.



La naturaleza de la invocación a la huelga que hacen en el panfletillo se desnuda por sí mismo para cualquiera que no haya renunciado a pensar por sí mismo, como es posible que una organización sindical pretenda imponer a otras lo que “deben de hacer” cuando ella misma no tiene la menor intención de hacerlo. Una “exigencia-invitación” de esas características solo es formalmente creíble cuando se realiza desde el ejercicio de lo que se demanda, es decir solo si se hubiese convocado la huelga se podría emplazar a las organizaciones representativas a sumarse.

Pero al final no han convocado nada, no parece que fueran tan graves las necesidades de convocarla cuando son incapaces de hacerla, porque no pretenderían pensar que la iban a convocar, porque ellos así lo decidieran, quienes reciben sus insultos, mentiras y descalificaciones diariamente. Sería demasiado pueril y cínico, incluso para ellos.

Este ejercicio de propaganda de mercadillo demuestra también lo prescindible de los histrionismos en la defensa de los intereses del colectivo penitenciario y la vez corrobora un hecho sustancial, como es la incapacidad que tienen acreditada de influir, negociar o cambiar la realidad laboral de quienes enmiendan todo el camino recorrido hasta aquí para mejorar nuestras condiciones laborales.

La intencionalidad de esta escenografía parece que va por otro lado, evidentemente no tenían la menor intención que convocar una huelga, y todo parece indicar que la buena “sintonía” que tienen en la calle Alcalá ha propiciado que recibieran “sugerencias” para intentar meter en un lío a los sindicatos representativos, con el cebo de una huelga extemporánea, irresponsable y carente de objetivos e contenidos.

Todo ello con el único fin que, de haberse convocado en el momento de mayor virulencia del covid19 y con el país en una situación límite los sindicatos apareciesen con una pandilla de aventureros sin escrúpulos y con ello poder justificar el vacío de las mesas de negociación, que detestan y parecen querer abolir en igual medida el Sr. Ortiz y ellos.

Lo lamentable de esta provocación es que se juega con las justas expectativas de los funcionarios de prisiones,  provoca frustración y rabia de que no puedan ser conseguidas por la pinza que el mundo negro y los gestores penitenciarios hacen para debilitar las demandas de los trabajadores en las mesas de negociación, único lugar donde las reivindicaciones pueden ser negociadas.

Objetivamente los intereses confluyen, como ya se vio en la huelga, si convocada por los sindicatos representativos, y donde hicieron de todo para debilitarla para que no saliese, consiguiendo que la ventana de oportunidad se pasase y que hoy estemos en el olvido y la marginalidad,  todo ello por un extremismo cómplice de los intereses de la Administración.

La “convocatoria” de la huelga de humo en prisiones, solo demuestra la irrelevancia que tiene el “nuevo sindicalismo” para dar respuestas y promover cambios de las condiciones laborales del personal penitenciario.

Su incapacidad para intervenir en solucionar los problemas reales, lo que no se arreglan por poner un tuit, queda nuevamente acreditada, como ha sucedido durante la grave situación que tenemos con el COVID, donde no han gestionado ni una solución para proteger al personal, los retenes, la protección del personal, los epis, la organización del trabajo y toda la batería de medidas para proteger al personal penitenciario solo han sido promovidas por los sindicatos en la mesa de negociación.


lunes, 6 de abril de 2020

PRISIONES, VIRUS Y SINDICALISMO


No cabe duda que la irrupción del COVID19 fue una sorpresa general, pues parecía que era un cuento chino y no se tomó demasiado en serio por parte de la mayoría de los actores sociales con responsabilidad para intervenir en una crisis de estas dimensiones.

Con lo que mientras tanto, el virus se extendía, sin distinguir ni de pasaportes ni de clases sociales. En el caso de prisiones no es menos cierto que cuando el virus se manifestó en Europa, allá por Enero, si hubo quienes solicitaron a la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias la necesidad  de preparar programas de prevención para proteger al personal penitenciario y a la población reclusa frente a la pandemia, y que como es habitual, el Secretario General desestimo porque sabía “certeramente” que no era necesario.




Mientras tanto, en el "mundo oscuro" entre el personal penitenciario, seguían construyendo su realidad paralela, a base de "memes", abrazos de campaña electoral e insultos, muchos insultos para todos quienes no estuvieran de acuerdo con su radicalidad y extremismo, en su universo irreal el avatar supremo promete y promete, cosas que luego exige que los demás se lo cumplan.

El infantilismo de niño mal criado, la arrogancia del que tiene su confortable estómago atendido, el pataleo de las ínfulas de caprichos insatisfechos, son cuestiones que se pueden intentar entender, que no justificar, en el siempre tan hispano quiero y no puedo.

Lo que ya no tiene ni justificación, ni explicación, por muy radícales y extremistas que quieran ser estas gentes del mundo oscuro, es la permanente descalificación, la cacería del que no piensa como ellos, el arrogarse totalitariamente el derecho a la verdad y hacer todo ello por la vía del insulto, las amenazas y la intimidación, con la mentira como el hilo conductor para canalizar odio y generar el máximo de confusión posible.

El virus del odio, de la oscuridad y la confusión ha encontrado un fiel aliado en el COVID19, miles de boots, de cuentas falsas y esclavos virtuales, se esmeran en propagar un mensaje construido sobre la mentira, el odio y la manipulación de la realidad para crear miedo, necesitan crear mucho miedo para vendernos “su” seguridad, la seguridad de quedarse sin derechos, de la democracia mutilada. Las élites quieren aprovechar el covid19 para limitar derechos, limitar democracia y tener a la población cautiva de sus intereses para que se incremente su acumulación insolidaria.

En prisiones no somos ajenos a esa realidad que la mayor crisis de la historia reciente ha propiciado, y las noticias falsas, la fabulación, la generación de falsas expectativas, el radicalismo en la mentira forman parte de la degradación del mensaje del odio.

Este mensaje en estos momentos (ya lo hicieron antes) se centra en una furibundo ataque contra los sindicalistas, por “insolidarios” frente al COVID19, y esta campaña de propaganda, que no es una reflexión o fruto del conocimiento de la realidad, y solamente responde a  un cumplimiento de las consignas que reciben desde el exterior, de sus partidos de cabecera,  para que colaboren en tratar de debilitar al sindicalismo y los derechos que éste protege, al igual que lo vienen haciendo en el resto de sectores productivos.

¿Por qué es importante debilitar al sindicalismo? Por la misma razón que nacieron como antisistema extremistas contra las relaciones laborales democráticas, son los mismos que prometían del brazo de políticos sin escrúpulos subidas de sueldo de humo, los que auguraban cambios legales para prisiones que no eran más que burda propaganda, o el reconocimiento tan necesario de agente de la autoridad (han vuelto con esto sin ningún apoyo y total esterilidad, para parar el COVID dicen, como si fuera un EPIs más, siendo sólo un desvarío más). 

De todo lo que han prometido solo han cumplido una cosa, dividir a las plantillas para fortalecer a Ortiz, que hace su publirreportaje en Alhaurín, y también el insulto diario a los sindicalistas, como si no estuvieran trabajando y se hubieran ido de vacaciones a alguna villa dorada en Marbella.

Los sindicalistas, siguen trabajando, y lo hacen en las cosas más esenciales, la primera de todas luchando para proteger la salud de todo el personal penitenciario, presentando propuestas en la Comisión Técnica de Prevención y Salud Laboral de Instituciones Penitenciarias, que se adelantaron antes de la proclamación del estado de alarma a todo lo que está sucediendo en prisiones.

Están negociando, presionando, y consiguiendo cambios sustanciales en las condiciones de trabajo de la mayoría de los centros de la Secretaria General de Instituciones Penitenciaras, con turnos alternos, compartimentación estanca, retenes de trabajo, teletrabajo y una batería de medidas para lograr minimizar los contactos en el medio penitenciario, y con ello el riesgo de contagio.

Y como las cosas no se están haciendo bien a pesar de los avances citados, como por ejemplo con los EPIs para personal de contacto estrecho, test, participación de delegados de prevención, también están trabajando en denunciar los hechos a la Autoridad Laboral, en los medios de comunicación, en los Tribunales o en la Fiscalía.

Y además se está prestando asesoramiento personal a cada compañero o compañera afectada para que no tenga mermado ningún derecho y se garantice su salud laboral. Defendiendo a los colectivos de vulnerables de Instituciones Penitenciarias

Defendiendo el servicio público penitenciario, el imperio de la Ley y la salvaguarda de la salud de la población reclusa.

Y frente a esta actividad tenemos a los que reparten mascarillas de trapo, expresamente prohibidas por la OMS para prisiones en su guía del 15 de marzo del 2020 y que no pierden ocasión de seguir mintiendo e insultando a los que trabajan por la salud y la protección del colectivo penitenciario.

Ante la hecatombe económica que se aproxima, cuando hayamos ganado la batalla de la vida y la salud, los sindicatos seguirán siendo imprescindibles, porque son los que con su actividad constitucional garantizan los derechos de todas y  todos los trabajadores.

Si el sindicalismo no estuviera trabajando como lo está haciendo ahora mismo en prisiones, los contagios se hubieran disparado, los conflictos en las prisiones serian incontrolados y la situación general seria de extrema gravedad, cosa que afortunadamente no es así.  

Por más que siempre haya quien defienda que cuanto peor mejor, pero para ellos y para quienes los apoyan,  que casualmente son los mismos que luchan para quitar salarios, para quitar derechos o para que desaparezca la sanidad pública, que es la verdadera heroína de esta crisis, y eliminar todos los servicios públicos que son la garantía frente al COVID19, y todos los retos sociales que debamos de afrontar.



La única forma de salir de este cataclismo sanitario y social es sumar voluntades y esfuerzos, desde el entendimiento de todas las fuerzas sociales y políticas de la sociedad española, no desde el conflicto, la violencia verbal o la descalificación que deteriora la convivencia y lo único que hace es introducir odio, desmoralización y miedo.

No puede haber más indolencia o contemplación con quienes sustenten el odio y la degradación social, en prisiones tampoco

sábado, 14 de marzo de 2020

CÁRCELES Y CORONAVIRUS


Un imparable tsunami “informativo” asalta las retinas y oídos de millones de españoles para llenar nuestras mentes con el COVID-19, "bichito" asiático que por otra parte no despertó el menor interés hasta los últimos días, mientras campaba a sus anchas a miles de kilómetros confinando a decenas de millones de personas y parando la fábrica del mundo.

Esta falta de interés no es ajena a los responsables del ministerio del Interior y de la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias, donde la palabra prevención encuentra difícil acomodo y por lo tanto no hay nunca tiempo para políticas para prisiones que anticipen los acontecimientos.

El mundo carcelario suele estar gobernado por personal que no encuentra fácil acomodo en la carrera de la Administración en otros ámbitos, por lo tanto nos encontramos con un personal directivo desganado, desmotivado y poco formado para las demandas altamente exigentes y muy especializadas que se producen en las prisiones.

El coronavirus ha sido una enseñanza muy notable acerca de la calidad de gestión que padece la Institución Penitenciaria, a pesar de las demandas por parte de diferentes actores sociales,  para planificar como se perseveraban las prisiones frente a la pandemia, el silencio, la arrogancia y la suficiencia impidieron valorar el estado del problema y por supuesto tener un mínimo de respuesta para cuando se presentase.

El mundo carcelario, es un mundo singular desde una perspectiva de salud pública, es una organización cerrada, estructurada jerárquicamente y con normas muy estáticas. Tiene un volumen elevado de población reclusa inmunodeprimida y por supuesto unas plantillas muy envejecidas con una población laboral por encima de los sesenta años muy numerosa.

Es decir las prisiones son probablemente uno de los ámbitos de riesgo más elevado y vulnerable ante una pandemia de tan intensa tasa de contagio y morbilidad para los grupos de riesgo.

Y por supuesto, porque las prisiones no son entes galácticos, sino parte de la sociedad, el “bicho” se presentó en la cárcel y se encentro cómodo contaminando trabajadores y reclusos. Ahora si, ya lo tenemos dentro y los gestores toman conciencia que tienen un problema, y lo peor de todo, un problema que puede mover sus sillones.

Si de sillones se trata, hay que tomar alguna medida, y a ser posible licuarla en el marco de las relaciones laborales, por ello convocan a los sindicatos, a una mesa de prevención que incumple las propias normas de la administración, llevando sin reunirse muchos meses por encima de lo establecido y que ya había sido solicitada para tratar el problema del coronavirus un mes y medio antes.

La salud laboral es una patata caliente para la administración penitenciaria, les gustaría tener mejor un instrumento más adecuado  a las características y actitudes de gestión imperantes, un reglamento del “ordeno y mando” por ejemplo, por eso tanto interés en sacar la Ley de prevención de las cárceles, como ya hicieron con el PEAFA con lamentables  consecuencias para el personal penitenciario, que es agredido físicamente diariamente.

En una sociedad moderna con una Administración diligente no se hubiera esperado a sentir al palpitar de los sillones, se hubiera agilizado medidas y compromisos de dialogo para desarrollarlas colectivamente.

Frente al dialogo y la negociación, la Administración Penitenciaria cuando se esfuerza, escucha, más por falta de ideas e iniciativa que por interés, desecha las que buscan garantizar la prevención, la anticipación antes los conflictos dentro de las prisiones, o ante la falta de sanidad penitenciaria y dicen que lo tiene todo bajo control. Ya escuchó a los trabajadores, ahora toca seguir haciendo lo mismo que desde que se inició a crisis, indolencia, lentitud, incapacidad…

Las consecuencias de este modelo de gestión ya son una realidad, no habrá que esperar a que se supere la crisis de salud pública, y deseamos que lo haga sin haber convertido en un reservorio de resistencia del virus a las cárceles españolas, las consecuencias se miden hoy y, las pagan los mismos de siempre, los sacrificados trabajadores y trabajadoras penitenciarias.

En estos momentos de este sábado expectante a si el Consejo de Ministros nos recluye a todos en casa, bueno a todos no, a los trabajadores penitenciario seguirán dando la cara (como nuestros compañeros y compañeros de la sanidad pública que hacen patria y país salvando vidas a pesar de todos los recortes que sufren de los apóstoles del neoliberalismo que traspasan los recursos a la privada para que haga caja) por un servicio público esencial y salvaguardando la integridad y la salud de los reclusos a pesar de que se nos niegue los más elementales medios que las ley nos otorga.

A pesar de todos los esfuerzos, para que hoy miles de familiares comunicaran en condiciones de seguridad para su salud, los gestores penitenciarios han sido incapaces de sacar unas normas básicas para que garanticen algo tan esencial, solo les dio tiempo para una nota de prensa sobre las bondades de sus decisiones.

En estos momentos las comunicaciones de los centros penitenciarios españoles están hacinadas, sin ninguna garantía contra el coronavirus, cierran todos los lugares de concentración de personas, y las cárceles las llenan de más gente en menos espacio y sin ninguna medida de seguridad.



Olvidados y solos, como siempre, el personal penitenciario trata de ordenar un caos desbordado, y lo hace a pesar de que muchos centros penitenciarios se les ha negado los equipos de protección individual, poniendo en riesgo su salud y no pudiendo evitar poner en riesgo la de otros si alguien está enfermo. La desvergüenza va más lejos, cuando hay directores que se arrogan con el derecho de quitar los equipos de protección que se compraron los trabajadores para no enfermar, directores medievales que deciden quien tiene derecho a la salud y quien no.

Ya está la rabia, llego la indignación, vendrán las denuncias, pero lo más cierto de todo es que hoy nada ha impedido al COVID-19 poder “comunicar” en muchas de las prisiones del Ministerio del Interior, porque nadie con responsabilidad para decidir considero que era necesario poner medidas de prevención.

Que quienes piensan y deciden tengan un buen fin de semana, para que más “frescos” puedan acertar algo más en la semana que comienza que lo hicieron en esta, ya que será más dura aun que esta.

viernes, 10 de enero de 2020

SIGUE LA OPERA BUFA PENITENCIARIA


Tras pasar los buenos deseos y el goce de las copiosas bufandas navideñas para los esmerados gestores y a quien ellos premian. La realidad de esta inamovible Institución, que es la Penitenciaria, recobra el degradado pálpito de oscura realidad.

Aun con los turrones en la boca, la maquinaria del Ministerio y sus deferentes gestores penitenciaros se han puesto a idear nuevas fórmulas con las que estropear más el servicio público penitenciario y degradar aún mucho más las condiciones laborales de los osados que se atrevieron a cuestionar él ordena y mando de mediocres y chusqueros políticos.

Con el roscón de los magos de Oriente nos encontramos la sorpresa entre la crema de la calle Alcalá de que las plazas que no faltaban, para las que no había presupuesto y que eran atendidas por el resto de mortales trabajadores penitenciarios duplicando su tarea, existen, tienen presupuesto y ya tienen adjudicatarios en la figura de personal militar que el Ministerio de Defensa jubilado a los 45 años.



Defensa pretende que sus errores (o tal vez no sean tales errores) los paguemos el personal penitenciario, porque es cierto que esta gente se la contrata a plazo fijo. Como al contrato del Corte Inglés por seis meses que no viene nadie a recolocar cuando vence e mismo. Y por otra parte, ¿si un albañil puede estar en un piso 14 en el andamio con 66 años, porque no pueden estar los militares en los cuarteles después de los 45?

Al margen de las diatribas y politiqueos varios, lo objetivo, el hecho real, es que una vez más pretenden hacernos retroceder en Instituciones Penitenciarias, cuando tengamos tiempo reposado para reflexionar sobre el alcance de esta medida veremos el grave impacto que sobre el servicio público penitenciario sobre la reinserción y sobre los derechos del personal penitenciario tiene esta decisión que con  jolgorio saludan desde el cónclave de la SGIP.

Sin profundizar demasiado las consecuencias son tan numerosas como onerosas, señalemos algunas esquemáticamente.

·         Se incorpora personal militar  a las prisiones en una medida de marcado corte de populismo político y que evoca un pasado que lucha por volver.

·         Se ignoran las normas internacionales que cuestionan que las prisiones tengan personal militar en labores penitenciarias

·         Siguiendo las instancias habituales se hace porque alguien ha tenido una ocurrencia, es decir se vuelve a vulnerar el derecho constitucional a la negociación colectiva

·         De incorporarse lo harían siendo militares, es decir sin derecho de sindicación ni de huelga. Vamos a tener personal penitenciario sin estos derechos fundamentales, y como nos afectan a los demás hipotecando los nuestros

·         Deberían de aclarar si ese derecho que pretenden crear para militarizar prisiones tiene será de aplicación al personal de otras nacionalidad que hay en el ejército, cuando la exigencia de la nacionalidad española es una condición básica en Instituciones Penitenciarias, o dejaran soldados de primera y de segunda



·         Las experiencias existentes con esta medida demuestran que son contraproducentes para el personal, ocupan plazas vacantes, coartan la carrera administrativa y la promoción.

·         Facilitar el acceso por la puerta falsa a la función pública contraviene la Constitución en su artículo 23

Después de glosar brevemente algunos “pequeños inconvenientes” del acuerdo entre Defensa e Interior, deberíamos mirar cómo nos defienden los que dicen que están ahí para defendernos a nosotras y nuestros derechos.

Por su cercanía ideología y de acción con el movimiento de militares que defienden estas actuaciones, “45 Sin Despidos” empezare por TAMP que en su última movilización les dijeron que prisiones era su casa y parece que se lo han tomado al pie de la letra.

Resulta curioso que con la gravedad y el alcance las medidas de poner militares en prisiones no se han mostrado muy participativos y no se les conoce una oposición a esta medida que defiende la SGIP,  su panfleto forzado por las críticas generalizadas es un hoja de vacío absoluto, esconderse para no decir que estarían dispuestos a aceptar esta ocupación de plazas penitenciarias por militares, no podemos afirmar si es así, pero no parece descabellado pensar que esta cuestión debió ser tratada entre algún líder del sindicato y el Sr. Ortiz en la reunión que tuvieron en la Secretaria General.

De ser así el auto-adjudicado papel renovador y regenerador de TAMP se va por la “toilette” pues queda evidenciado que se ponen en primer plano los intereses personales de los liderazgos propios que los colectivos de la plantilla.

No deja de ser preocupante el oscuro papel de esta organización, nació como arma contra el sindicalismo y la representación sindical, llevó la tensión y la división a las plantillas. En la huelga tuvo un efecto desmovilizador con sus estrategias maximalistas para que se estrellaran los sindicatos o rompiendo la caja de resistencia. Y a cambio ni una sola actuación real contra los responsables de la destrucción del sistema penitenciario español, no hay millones de foto suficientes para tapar su silencio en enfrentar con movilización o judicialmente tanto desmán contra el personal penitenciario.

 Y ahora con que los militares nos quiten derechos y puestos de trabajo, realmente raro, es una estrategia más del cónclave de Alcalá que de una organización sindical. Siguen con sus soflamas pidiendo que hagan algo los demás, o que ellos persistentemente se niegan a hacer o convocar

Los sindicatos siguen sin entender los profundos cambios que se vienen produciendo en nuestra realidad laboral y social, siguen en el regate corto, “que todo aguante hasta que me jubile”, en que yo tengo más ocurrencias que el otro o en reuniones de mesa camilla con los responsables de todo este desmantelamiento para “explicarles, por novena vez las reivindicaciones del personal de prisiones” , digámoslo claro los interlocutores no son muy lumbreras y tampoco les preocupa demasiado algo tan marginal y tangencial como las prisiones. Pero tienen muy claro lo que reivindicamos y necesitamos

Y no menos importante es su dependencia partidista, que no política, que por supuesto deben tener su ideología y expresarla en su acción sindical, pero con la suficiente independencia de las decisiones de partidos y Gobiernos en defensa de los intereses de sus afiliados,  esto hipoteca en primer lugar su credibilidad, y en segundo lugar marca su agenda como opositor o apéndice de los Gobiernos de turno,  y este por tanto, será otro elemento más para la división en la defensa de los intereses de todo el colectivo penitenciario.



Los políticos saben muy bien lo que pasa en prisiones, por eso siguen pasando las cosas que pasan, por eso la apisonadora de derechos en que se ha convertido la SGIP no descansa en recortarnos y damnificar nuestras condiciones laborales.

En prisiones pasa que tenemos un “conclave” dirigente que persiste y pervive siempre tras cual sea el cambio político, atrincherados en la calle Alcalá, y ese  es el fin de sus objetivos,  permanecer con ese privilegio el mayor tiempo posible, al albur de los cambio de Gobierno que existan. Son un potente lobby contra los derechos del personal penitenciario, como lo ocurrido con el remanente de productividad demuestra y hacen gustosos cuantas medidas les ordenen para empeorar nuestras condiciones laborales.

En ese grupo del funcionariado de élite, conviven miembros de todas las opciones de Gobierno, para que pase lo que pase sus intereses no se toquen, son un colectivo con intereses propios y personales. Por ello la degradación de la Institución es una mera anécdota para ellos.

Esta situación sigue poniendo el panorama reivindicativo cada día más lejano de sus objetivos, la profunda división y atomización que padecemos, promueve la debilidad a la hora de negociar nada y estimula la provocación de los gestores. Por otra parte al ya histórico individualismo del colectivo esto le da alas, donde cada cual se busca la vida en beneficio propio.

Próximamente la situación será de gran comicidad, dramática comicidad, en una guardia habrá militares de obediencia debida, obedientes de naturaleza pelota, esforzados de la peonada y los siempre esquivos receptores de las bufandas. Como para sacar algo positivo de esa situación

La entrada de militares en prisiones hará desaparecer lo poco que queda de sindicalismo y los derechos colectivos, el paraíso para mediocres efes, autócratas narcisistas y trepas sin oxígeno.

Siempre nos quedara quien piense que puede cambiar sus fotos con los prebostes de la patria por mejores salarios o el fin de las agresiones (todas), y con suerte sacaran alguna posición ventajosa para alguno de sus líderes, pero la coartada del ajuste y los recortes será el nuevo caballo de Troya con que seguirán degradando al personal penitenciario, porque somos la última frontera de resistencia frente a las privatización, la comercialización de la pena o el clientelismo penitenciario.



Y todo ello, por si fuera poco, con la más que probable reelección del Ministro Marlaska para continuar al frente del Ministerio de Interior, lo que puede entenderse como una ratificación en la continuidad de las políticas desarrolladas en Instituciones penitenciarias con su personal.

La comedia penitenciaria sigue, por favor el último que apague la luz.